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Atemoya

Annona × atemoya

Raquel Patro

Actualizado el

Annona × atemoya

La Atemoya (Annona × atemoya) es un árbol frutal híbrido entre la anona (Annona squamosa) y la chirimoya (Annona cherimola), que se destaca por su pulpa dulce, textura cremosa y aroma delicado. Su cultivo se ha expandido en diversas regiones tropicales y subtropicales alrededor del mundo, resaltando por su adaptabilidad a altitudes moderadas y climas con inviernos suaves, siendo cultivada con éxito en países como Brasil, Australia, Israel, Tailandia, Sudáfrica y Estados Unidos.

El origen de la atemoya se remonta al inicio del siglo XX, cuando el horticultor P.J. Wester, del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, realizó el primer cruce entre la chirimoya y la anona en 1908, en Miami. El objetivo era combinar la resistencia al frío de la chirimoya con la productividad y sabor de la anona. Posteriormente, en 1917, Edward Simmons logró cultivar híbridos que resistieron temperaturas de hasta -3,1°C, demostrando la rusticidad de la nueva variedad. Además de estos cruces controlados, híbridos naturales fueron identificados en Venezuela y en plantaciones adyacentes de chirimoya y anona en Israel durante las décadas de 1930 y 1940, evidenciando la compatibilidad entre estas especies.

Para comprender mejor la adaptabilidad de la atemoya, es interesante estudiar el hábitat de las especies que le dieron origen. La anona (Annona squamosa) es originaria de las regiones tropicales de Américas, particularmente de la zona intertropical del continente americano, y presenta amplia distribución en áreas de clima cálido y seco. Esta especie se adapta bien a altitudes de hasta 1000 metros y prefiere suelos bien drenados, con buena aireación y moderadamente fértiles. Es común en zonas de sabanas, caatingas y bosques abiertos, siendo frecuentemente cultivada en áreas con altas temperaturas medias y estaciones secas bien definidas.

La chirimoya (Annona cherimola) tiene su origen en los Andes, específicamente en las regiones elevadas de Ecuador, Perú y Bolivia, donde crece entre 1000 y 2500 metros de altitud. Esta especie se desarrolla mejor en climas subtropicales de altitud, con temperaturas suaves, tolerando heladas ligeras, lo que le confiere mayor resistencia al frío en comparación con otras anonáceas. La combinación de estas características ecológicas permitió que la atemoya heredara tanto la adaptabilidad al calor de la anona como la rusticidad y resistencia climática de la chirimoya.

La diseminación de la Atemoya ocurrió en varias regiones tropicales y subtropicales. En Brasil, las primeras plantaciones se establecieron en la década de 1960, destacándose el estado de São Paulo, que actualmente lidera la producción nacional. La fruta también es ampliamente cultivada en Taiwán, donde es conocida como «pineapple sugar apple«, y en países como Israel, Sudáfrica y Australia.

El nombre botánico Annona × atemoya refleja su origen híbrido, indicado por el «×» entre el género y el epíteto específico. El nombre del género Annona deriva del término taíno «anón», utilizado por los pueblos indígenas de las Antillas para designar frutas pertenecientes a ese grupo botánico. La denominación «atemoya» es una combinación de «ate», antiguo nombre mexicano para la anona, y «moya», derivado de «cherimoya», término quechua para la cherimoya. Esta nomenclatura fue propuesta por P.J. Wester al observar que los frutos resultantes del cruce presentaban calidad superior a la de la anona, justificando la creación de un nuevo nombre para la especie híbrida.

La Atemoya es un árbol frutal monóico, de tamaño mediano, con altura que varía entre 4 y 8 metros, y que puede alcanzar hasta los 10 metros. Presenta un crecimiento erecto y una copa densa y redondeada. El tronco es corto y ramificado, con corteza de coloración grisácea y textura rugosa. El sistema radicular es superficial y bien desarrollado, con raíces laterales que se extienden horizontalmente, proporcionando buena fijación y absorción de nutrientes. Las ramas son semi leñosas, con ramificaciones abundantes y hojas alternas, simples, de forma oblonga a lanceolada, midiendo entre 10 y 20 cm de longitud y 5 a 10 cm de ancho. Las hojas tienen nervaduras prominentes en la cara inferior y son glabras o ligeramente pubescentes.

Atemóia - Annona x atemoya
Save Arquitectura de un huerto bien conducido de Atemoyas. Foto de 總統府

Las inflorescencias son solitarias o en grupos de dos a tres, ubicadas en las axilas de las hojas. Las flores son hermafroditas, grandes, con un diámetro de aproximadamente 3 a 4 cm, compuestas por tres pétalos externos carnosos, de coloración verde-amarillenta, y tres pétalos internos más pequeños y menos desarrollados. La floración ocurre principalmente en los meses de primavera y verano, dependiendo de las condiciones climáticas locales.

La polinización es realizada principalmente por escarabajos (coleópteros), atraídos por el aroma de las flores y por la presencia de estructuras florales que facilitan su acceso al néctar y polen. La polinización cruzada es común, y en cultivos comerciales, la polinización manual puede ser empleada para aumentar la producción de frutos.

El fruto de la atemoya es un sincarpo, resultado de la fusión de múltiples carpelos, presentando forma redondeada o de corazón, con peso que varía entre 200 y 800 gramos. La cáscara es verde clara, con protuberancias y textura ligeramente rugosa. La pulpa es blanca, cremosa, de sabor dulce y aroma agradable, conteniendo numerosas semillas negras, lisas y brillantes, de aproximadamente 1 a 2 cm de longitud. Las semillas son dispersadas principalmente por animales, como tucanes, monos y murciélagos, que consumen los frutos y excretan las semillas intactas, contribuyendo a la propagación natural de la planta.

La atemoya posee diversas cultivares desarrolladas para adaptarse a diferentes condiciones climáticas y preferencias del mercado, entre estas, se destacan:

  • ‘Gefner’: desarrollada en Israel y es ampliamente cultivada en Florida, Estados Unidos. Destaca por su alta productividad y por la capacidad de fructificar sin necesidad de polinización manual, lo que la hace ideal para regiones con escasez de polinizadores naturales. Los frutos poseen una forma bien definida, con carpelos estrechos y puntiagudos, pulpa blanca, jugosa y resistente, alcanzando hasta 25 ºBrix de contenido de azúcar. Esta cultivar es adecuada para climas tropicales y subtropicales, demostrando buena adaptación en diversas regiones.
  • ‘Thompson’: es una cultivar intermedia entre la anona y la chirimoya, desarrollada en Estados Unidos. Es la variedad más cultivada en Brasil, especialmente en los estados de São Paulo, Minas Gerais y Bahía. Presenta frutos de buena conformación, con carpelos bien soldados y pulpa blanca, jugosa y cremosa, alcanzando hasta 25 ºBrix. Las plantas poseen buen vigor y son relativamente tolerantes a enfermedades fúngicas, siendo una elección popular entre los productores brasileños.
  • ‘Pink’s Mammoth’: desarrollada en Australia y es conocida por sus frutos grandes, que pueden pesar hasta 1 kg, con pulpa blanca, jugosa y dulce, alcanzando 25 ºBrix. Sin embargo, presenta producción irregular y frutos con deformaciones debido a la polinización deficiente, lo que llevó a su sustitución por otras cultivares más consistentes, como la ‘African Pride’.
  • ‘African Pride’: es una variedad originaria de Sudáfrica, introducida en Australia en 1961. Produce frutos de tamaño medio, con pulpa blanca, jugosa y de sabor agradable. Es una variedad precoz, con producción regular y buena adaptación a diversas condiciones climáticas. En Australia, esta variedad sustituyó a la ‘Pink’s Mammoth’ debido a su mayor consistencia productiva y a la ausencia de problemas como decoloración y sabor amargo cerca de la cáscara.
  • ‘PR-3’: es una cultivar brasileña seleccionada por sus características cercanas a la anona, con frutos redondeados, pulpa de textura fina, dulce y ligeramente ácida, además de un aroma pronunciado. Presenta un número elevado de semillas y se cultiva principalmente en regiones de Brasil con clima subtropical.
  • ‘Bradley’: Cultivar desarrollada en Estados Unidos, caracterizada por frutos pequeños, de cáscara lisa y pulpa dulce. Aunque produce menos frutos que otras cultivares, se destaca por su sabor y textura agradables. Se cultiva en menor escala, principalmente por apreciadores de frutas exóticas y en huertos domésticos.
  • ‘QAS’: es una cultivar australiana seleccionada por la Queensland Acclimatisation Society. Presenta frutos grandes, que pueden pesar hasta 1 kg, con pulpa blanca, jugosa y dulce, alcanzando 25 ºBrix. Los carpelos permanecen unidos incluso cuando la fruta está madura, proporcionando buena apariencia y resistencia al manejo. Se cultiva principalmente en Australia y en otras regiones con clima similar.
  • ‘Lisa’: es reconocida por sus frutos de coloración rosa-rojiza al madurar, con pulpa blanca, cremosa y sabor dulce, presentando notas sutiles de frutas rojas. Desarrollada en Estados Unidos, esta variedad es apreciada por su apariencia distintiva y sabor agradable. El árbol tiene un tamaño medio, con copa densa y crecimiento vigoroso, adaptándose bien a climas subtropicales. La producción es regular, y la polinización manual puede emplearse para aumentar la fructificación.
  • ‘Phet Pakchong’: también conocida como PPC, fue desarrollada en Tailandia, específicamente en el distrito de Pak Chong, en la provincia de Nakhon Ratchasima. Esta cultivar es notable por sus frutos grandes, con peso de hasta 1,3 kg, cáscara verde con protuberancias y pulpa blanca, cremosa y de sabor dulce, con aroma floral. El árbol presenta crecimiento vigoroso y buena productividad, siendo adaptada a climas tropicales y subtropicales. La polinización manual es recomendada para asegurar una fructificación consistente.

La fruta de la atemoya es ampliamente valorada, siendo consumido principalmente in natura debido a su pulpa blanca, cremosa, dulce y de sabor delicado, que recuerda a una combinación entre el plátano y la piña. En la gastronomía, la atemoya puede ser utilizada en la elaboración de jugos, helados, mousses, dulces, compotas, bebidas y variados postres, destacándose por su textura aterciopelada y aroma exótico. La industria aprovecha su pulpa en productos congelados, néctares y pulpas pasteurizadas, especialmente en mercados que demandan frutas tropicales exóticas.

Fruto de variedad roja de Atemoya.
Save Fruto de variedad roja de Atemoya ‘Red Israel’.

La atemoya es rica en carbohidratos, especialmente fructosa y glucosa, además de contener buenas cantidades de vitamina C, potasio, fibras alimentarias y compuestos fenólicos con acción antioxidante. Su contenido energético medio varía entre 80 y 100 kcal por 100 gramos de pulpa, lo que la convierte en una excelente fuente de energía rápida, especialmente indicada para niños, atletas y personas con necesidades nutricionales elevadas.

En el huerto doméstico, la Atemoya ofrece doble funcionalidad: producción alimentaria y valor ornamental. Su copa densa y redondeada, con follaje verde brillante, proporciona sombra y enmarca áreas verdes con elegancia tropical. En proyectos de paisajismo comestible, puede ser utilizada como punto focal en patios, huertos urbanos y jardines productivos, integrándose con otras frutas de pequeño porte y plantas aromáticas.

La floración discreta, pero exótica, y los frutos pendientes con formas esculturales enriquecen el aspecto visual del entorno, además de atraer polinizadores como abejas y escarabajos. El mantenimiento relativamente simple, permite su inclusión en espacios residenciales y áreas de descanso de empresas, promoviendo contacto directo con la naturaleza e incentivando prácticas sostenibles como la cosecha de alimentos en el propio jardín. Además, puede ser cultivada en macetas, produciendo sus dulces frutos en patios, terrazas y balcones de apartamentos.

La atemoya se adapta bien a climas tropicales y subtropicales, prefiriendo temperaturas entre 20 °C y 30 °C. Es sensible a heladas, especialmente en etapas jóvenes, aunque árboles adultos pueden tolerar temperaturas ligeramente por debajo de 0 °C durante cortos períodos. La planta requiere alta luminosidad, con exposición directa al sol por al menos 6 horas diarias, para garantizar un buen desarrollo y fructificación. Prefiere suelos bien drenados, fértiles y ligeramente ácidos, con pH entre 5,5 y 6,5. Para el cultivo en macetas, se recomienda la utilización de substratos ricos en materia orgánica, con buena capacidad de retención de humedad y drenaje eficiente.

Fruto cortado, mostrando la pulpa cremosa y jugosa, y las semillas negras.
Save Fruto cortado, mostrando la pulpa cremosa y jugosa, y las semillas negras. Foto de Lazaregagnidze

El plantío de las plántulas debe realizarse en camas de 40 cm x 40 cm x 40 cm, enriquecidas con 20 litros de estiércol de corral bien curado y 300 gramos de superfosfato simple, especialmente en suelos de fertilidad media a baja. El espaciado ideal entre las plantas varía de 4 a 6 metros, dependiendo del tamaño de la cultivar y de las prácticas de manejo adoptadas. El tutoreo de las plántulas es importante en los primeros años para asegurar el crecimiento vertical y evitar roturas. La irrigación debe ser regular, manteniendo el suelo húmedo, especialmente durante los períodos de floración y fructificación, evitando el encharcamiento que puede causar la pudrición de las raíces. En plantaciones comerciales, se recomienda el uso de microaspersores por planta.

La fertilización debe ser equilibrada, con aplicaciones periódicas de macro y micronutrientes, según análisis de suelo y necesidades de la planta, especialmente los siguientes nutrientes:

  • El nitrógeno debe proporcionarse de manera fraccionada a lo largo del ciclo vegetativo para evitar pérdidas por lixiviación y promover un crecimiento continuo. Se aconseja aplicar entre 150 a 300 g de N por planta adulta por año, ajustando la dosis según el vigor de la planta y el historial de producción. Fuentes recomendadas incluyen nitrato de amonio, urea protegida o nitrato de calcio, prefiriendo fuentes menos volátiles en suelos arenosos o regiones lluviosas.
  • El fósforo es fundamental en la fase inicial de desarrollo y en la inducción floral. La dosis anual varía entre 80 a 150 g de P2O5 por planta adulta, pudiendo ser aplicado en forma de superfosfato simple, fosfato monoamónico (MAP) o fuentes naturales como termofosfato magnesiano, siempre respetando la disponibilidad local y la reactividad con el suelo.
  • El potasio es decisivo en la calidad de los frutos, influyendo en el contenido de sólidos solubles y la resistencia a plagas. Para plantas adultas, la aplicación anual recomendada varía de 150 a 250 g de K2O, utilizando fuentes como cloruro de potasio (con cautela en suelos salinos) o sulfato de potasio, que también proporciona azufre.
  • El calcio, además de participar en la formación estructural de los tejidos vegetales, es crucial en la integridad de la pared celular de los frutos.
    La aplicación de 100 a 200 g de Ca por planta por año, especialmente mediante nitrato de calcio, contribuye a la firmeza de la pulpa y reduce la incidencia de trastornos fisiológicos en los frutos. El boro, un micronutriente necesario en pequeñas cantidades pero esencial para la fructificación, debe aplicarse a una tasa anual de 1 a 2 g de B por planta. En suelos pobres, se recomienda el uso de fuentes como el bórax o ácido bórico, diluidos en agua y aplicados mediante fertirrigación o pulverización foliar, con concentraciones foliares entre 0,05% y 0,1% por aplicación.

Todas las dosis deben ajustarse en base a análisis químicos periódicos del suelo y tejido foliar, priorizando una aplicación fraccionada durante las fases críticas — brotación, floración y fructificación — para aumentar la eficiencia de absorción. Además de estos nutrientes importantes, es necesario considerar otros como Azufre, Magnesio, etc, según análisis.

La estructuración de la planta mediante la poda es indispensable. Tan pronto como la plántula alcanza aproximadamente 60 centímetros de altura, se realiza el corte del eje principal para estimular la brotación lateral. Durante los primeros tres años, podas sucesivas ayudan a establecer una copa bien formada, aireada y de fácil manejo. En plantas adultas, las podas de producción deben realizarse anualmente, al final del invierno o inicio de la primavera, eliminando ramas improductivas, enfermas o mal posicionadas, con el objetivo de inducir nuevos flujos vegetativos y mejorar la fructificación.

Detalle del botón floral.
Save Detalle del botón floral. Foto de kfar_masaryk

Para cultivares que no presentan autopolinizadores eficaces, como es común en la mayoría de las atemoyas, la polinización manual es una práctica valiosa. Lo ideal es recolectar flores al final de la tarde, almacenarlas en bolsas de papel en un lugar seco, y realizar la aplicación del polen a primera hora de la mañana siguiente con la ayuda de pinceles finos o dispositivos artesanales, garantizando mayor cantidad y uniformidad de frutos.

La atemoya presenta moderada resistencia a la sequía, pero períodos prolongados sin riego adecuado pueden comprometer la producción de frutos y la salud de la planta. Es sensible a vientos fuertes, que pueden causar daños físicos y caída de frutos, siendo recomendada la implementación de barreras cortavientos naturales o artificiales en regiones con vientos intensos. La planta no tolera bien la salinidad elevada, siendo inadecuada para el cultivo en áreas costeras con suelos salinos o exposición directa a vientos cargados de sal.

La atemoya puede ser afectada por diversas especies de insectos, como cochinillas, pulgones, ácaros y moscas de la fruta, que pueden comprometer la calidad de los frutos y la sanidad de la planta. Entre las más importantes están la broca del fruto y la broca de la semilla. La broca del fruto es causada por una mariposa de coloración blanco-grisácea, cuyas hembras depositan los huevos sobre las hojas y frutos pequeños; las larvas atacan y destruyen el interior de la pulpa y de las semillas. La broca de la semilla es provocada por una pequeña avispa que deposita los huevos en las semillas de los frutos aún pequeños; a medida que los frutos y la semilla crecen, la larva también se desarrolla y empupa, completando el ciclo. El control de estas plagas se hace, principalmente, protegiendo el fruto aún pequeño con bolsas de plástico perforadas, que deben ser retiradas antes de la cosecha.

Ramos productivos.
Save Foto de 總統府

Enfermedades fúngicas, como la antracnose (causada por Colletotrichum gloeosporioides), pueden afectar hojas, flores y frutos, especialmente en condiciones de alta humedad y temperaturas elevadas. La antracnose deja manchas ennegrecidas en los frutos y reduce drásticamente la durabilidad después de la cosecha. En pomares de atemoya, se recomienda su aplicación preventiva de calda bordelaise durante los períodos de mayor riesgo, como el inicio de las lluvias y el período vegetativo, respetando las dosis apropiadas para evitar fitotoxicidad. Su utilización debe ser integrada a otras prácticas culturales, como la poda de aireación, el control de la humedad en el suelo y la eliminación de residuos vegetales enfermos.

El mantenimiento del huerto exige control periódico de las plantas invasoras, preferiblemente con desbrozadoras, teniendo cuidado de evitar lesiones en las raíces superficiales. Bajo la copa, la limpieza debe ser manual o con herramientas de precisión. El uso de cubierta leguminosa, con fijación de nitrógeno, como la grama maní, puede ser una estrategia para aumentar la fertilidad y evitar la aparición de hierbas indeseadas. En áreas con historial de nematodos, se recomienda cambiar el lugar de cultivo o utilizar prácticas preventivas como la solarización del suelo. Estos cuidados, aplicados de manera sistemática y ajustados a las condiciones locales, son la base para un cultivo sostenible, vigoroso y de alta productividad de la atemoya.

La propagación de la atemoya se realiza casi exclusivamente por injerto, ya que, al ser un híbrido, presenta baja uniformidad genética y gran variabilidad cuando se multiplica por semillas. Además, el injerto asegura la preservación de las características de la variedad madre, como la calidad del fruto, resistencia a enfermedades y vigor vegetativo. Entre los métodos más utilizados están el injerto por aproximación lateral o en hendidura completa, realizados en viveros protegidos y con plantones aún en fase joven.

Fruto atacado por cochinillas.
Save Fruto atacado por cochinillas.

El patrón de injerto más recomendado para la atemoya es la Annona squamosa (anona), debido a su alta compatibilidad, buena rusticidad y excelente sistema radicular, lo que asegura mayor adaptación al suelo y vigor inicial. Otras especies como Annona cherimola también pueden utilizarse, especialmente en regiones de clima más templado, pero tienden a ser más exigentes en cuanto a la humedad y calidad del suelo. El patrón de injerto se obtiene a partir de semillas frescas sembradas en un sustrato ligero, bien drenado y con buena retención hídrica, como una mezcla de arena, vermiculita y materia orgánica estabilizada. Las semillas deben lavarse previamente y secarse a la sombra, pudiendo ser tratadas con fungicidas específicos para prevenir ataques de patógenos del suelo.

La germinación ocurre, en promedio, entre 15 y 30 días después de la siembra, dependiendo de la temperatura y la humedad. Las plántulas deben mantenerse bajo sombra del 50% hasta alcanzar unos 30 a 40 cm de altura, momento ideal para el injerto. Después del injerto, que debe hacerse con material vegetativo de variedades certificadas, se recomienda mantener las plantas en un ambiente protegido, con humedad relativa alta y temperatura entre 24°C y 28°C, hasta que el injerto se haya consolidado completamente. El buen resultado del injerto se favorece utilizando cuchillas bien afiladas, desinfectadas, y una atadura firme con cinta plástica biodegradable. Durante los primeros meses después del injerto, es importante realizar despuntes frecuentes debajo de la región del injerto, asegurando que solo se desarrolle la copa deseada.

La fertilización de las plantas de atemoya debe realizarse con fertilizantes de baja concentración. El trasplante al lugar definitivo puede ocurrir entre 4 y 6 meses después del injerto, cuando la planta muestre una altura de 50 a 80 cm, un tallo lignificado y una buena arquitectura foliar. Utilizando el método de propagación por injerto, las plantas de atemoya generalmente comienzan su producción entre el segundo y el tercer año después de la plantación definitiva en el campo.

Atemoya
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Acerca de Raquel Patro

Raquel Patro es paisajista y fundadora de Planterista.com. Desde 2006 desarrolla contenidos especializados en plantas y jardines, ya que cree que todo el mundo, ya sean aficionados o profesionales, debería tener acceso a contenidos de calidad. Como geek, le gustan los libros, la ciencia ficción y la tecnología.