La Ortiga Mayor (Urtica dioica) es una planta herbácea, de la familia Urticaceae y cosmopolita, ampliamente reconocida por sus propiedades medicinales, pero principalmente por sus pelos urticantes, que provocan irritación instantánea en la piel y mucosas. Con registros que datan de la Antigüedad, la Ortiga mayor fue muy valorada por civilizaciones como los griegos y romanos, tanto por sus propiedades medicinales como por su uso textil y ritualístico, demostrando su profunda relevancia a lo largo de los siglos.
El nombre del género Urtica proviene del latín «urere», que significa «quemar», una referencia directa a la sensación de ardor provocada por los tricomas urticantes presentes en la planta. El epíteto específico «dioica» indica la característica botánica de presentar flores masculinas y femeninas en individuos separados, es decir, se trata de una especie dióica.
El origen geográfica de Urtica dioica se atribuye a las regiones templadas de Europa, Asia y norte de África. Sin embargo, debido a su adaptabilidad y capacidad de colonización, la especie fue introducida y naturalizada en diversas partes del mundo, incluyendo América del Norte, América del Sur, Australia y Nueva Zelanda.
El hábitat preferencial de la Ortiga mayor incluye áreas húmedas y ricas en materia orgánica, como márgenes de ríos, claros de bosques, terrenos baldíos y áreas perturbadas. La Ortiga mayor es nitrofílica, prosperando en suelos fértiles, con pH entre 5,6 y 7,6, frecuentemente encontrados en lugares enriquecidos por actividades humanas, como la agricultura y el desarrollo urbano.
La Ortiga mayor es una planta perenne que puede alcanzar alturas entre 0,9 y 2 metros durante el verano, y muere hasta el suelo en el invierno templado y frío. El sistema radicular está compuesto por rizomas y estolones amarillos, que se extienden horizontalmente, permitiendo la formación de colonias densas.
Su tallo es erecto, verde, de sección cuadrangular y puede presentar tonalidades rojizas o amarillentas. Es hueco en los entrenudos y recubierto por tricomas urticantes, que contienen sustancias como ácido fórmico (¡sí, el mismo ácido de las hormigas!), histamina, acetilcolina y serotonina, responsables de la irritación cutánea al contacto.
Las hojas son opuestas, ovales a lanceoladas, con márgenes serrados y ápice puntiagudo. Miden entre 3 y 20 centímetros de longitud y poseen una textura rugosa. Al igual que el tallo, las hojas están cubiertas por tricomas urticantes, especialmente concentrados en las venas y márgenes.
La inflorescencia de Urtica dioica es del tipo panícula, con flores pequeñas, unisexuales y dispuestas en racimos pendientes que emergen de las axilas de las hojas superiores. Las flores masculinas tienen un perianto con cuatro segmentos verdes y cuatro estambres que se curvan hacia adentro en el botón floral, extendiéndose rápidamente al abrir, liberando el polen de manera explosiva, característica adaptada a la polinización anemófila. Pueden ser rojizas o bronceadas. Por su parte, las flores femeninas presentan un perianto similar, conteniendo un solo carpelo con estigma en forma de cepillo, también adaptado a la polinización por el viento. Las flores femeninas generalmente son blancas o verdes.
La floración de la Ortiga mayor ocurre principalmente entre junio y octubre en el hemisferio norte, con variaciones dependiendo de la subespecie y las condiciones climáticas locales. Después de la polinización, se desarrollan frutos del tipo aquenio, pequeños, secos e indehiscentes, conteniendo una sola semilla. Las semillas son pequeñas y ligeras, permitiendo una dispersión eficiente por el viento y por el agua. La germinación puede ocurrir pocos días después de la maduración, y las semillas pueden permanecer viables en el suelo por varios años, formando un banco de semillas persistente.
A pesar que formalmente sus orígenes son del viejo mundo, la especie Urtica dioica presenta diversas subespecies naturales ampliamente distribuidas alrededor del mundo, cada una adaptada a condiciones ecológicas específicas.
- Urtica dioica subsp. dioica: Distribuida ampliamente por Europa, Asia templada y norte de África. Es la subespecie típica y más estudiada, caracterizada por la presencia de tricomas urticantes.
- Urtica dioica subsp. gracilis: Nativa de América del Norte, desde Alaska hasta México. Presenta un hábito similar a la subsp. dioica con variaciones en la densidad de tricomas, siendo a veces considerada una especie distinta (Urtica gracilis).
- Urtica dioica subsp. holosericea: Se encuentra en el oeste de América del Norte, incluyendo California y regiones montañosas. Se distingue por sus pelos sedosos y es frecuentemente clasificada como una variedad de U. gracilis.
- Urtica dioica subsp. afghanica: Presente en el suroeste y centro de Asia, particularmente en Afganistán. Puede tener o no tricomas urticantes, lo que la hace relevante para estudios morfológicos y taxonómicos.
- Urtica dioica subsp. gansuensis: Endémica del este de Asia, especialmente de la provincia china de Gansu. Posee tricomas urticantes y adaptaciones específicas al clima continental.
- Urtica dioica subsp. sondenii: Con distribución en Escandinavia y norte de Asia, está adaptada a climas fríos y presenta características foliares y reproductivas distintas, como flores más compactas.
- Urtica dioica subsp. subinermis: Se encuentra en partes del sur y este de Europa. Es notable por presentar tricomas no urticantes o muy escasos, lo que sugiere una tendencia evolutiva hacia la pérdida de esta característica defensiva.
- Urtica dioica subsp. pubescens (o subsp. galeopsifolia): Común en áreas húmedas y sombreadas de Europa. Conocida como “ortiga mayor sin ardor” o “fen nettle”, no posee tricomas urticantes. Es un ejemplo de convergencia ecológica, ocupando nichos similares a los de la subsp. dioica, pero con menor defensa química.
- Urtica dioica subsp. kurdistanica: Originaria de la región del Kurdistán, incluyendo partes de Irán, Irak y Turquía. Presenta características morfológicas intermedias entre otras subespecies asiáticas.
- Urtica dioica var. glabrata: Presente en diferentes regiones de Europa central. Se caracteriza por la ausencia de tricomas glandulares y un follaje más liso, pudiendo tener un menor poder urticante.
- Urtica dioica var. hispida: La distribución nativa de esta variedad abarca los Pirineos, los Alpes del Sur, Albania y Córcega. Su nombre se refiere a la presencia acentuada de pelos ásperos y rígidos en las hojas y tallos.
- Urtica dioica var. sarmatica: Se distribuye desde el este de Alemania hasta el oeste de Ucrania. Es reconocida por sus características morfológicas peculiares, como inflorescencias más densas y coloración foliar ligeramente grisácea.
La Urtica dioica tiene importancia histórica y cultural milenaria en diversas sociedades. Hipócrates ya describía decenas de usos para la planta, evidenciando su papel en la medicina de la Grecia Antigua. Los romanos frotaban la ortiga mayor en la piel para estimular la circulación y combatir el frío, una práctica conocida como “urticamiento”, que anticipa técnicas terapéuticas modernas.
Durante la Edad Media, la ortiga mayor era cultivada en huertos medicinales por monjes, siendo usada como diurético, anti-hemorrágico y para tratar dolores articulares. En Europa Central y del Norte, también tenía valor simbólico y mágico. En tradiciones celtas y eslavas, se creía que protegía contra el “mal de ojo” y espíritus malignos. Ramas secas eran colgadas en puertas y ventanas para purificación espiritual.
La planta también aparece en la literatura folclórica. En el cuento “Los Cisnes Salvajes”, de Hans Christian Andersen, la ortiga mayor es usada para confeccionar camisas que romperían un hechizo, simbolizando curación y sacrificio. De hecho, su uso textil tiene base real: análisis arqueobotánicos revelan el uso de fibras de ortiga mayor en la confección de ropa hace más de dos mil años. Durante la Primera Guerra Mundial, Alemania exploró esta propiedad como sustituto del algodón.
Redescubierta culturalmente, la ortiga tiene hoy un papel creciente en los movimientos de alimentación sostenible y fitoterapia. En países como Alemania y Suiza, se celebran festivales culinarios en primavera con platos elaborados a partir de hojas jóvenes. En el campo de la investigación científica, compuestos bioactivos extraídos de la Urtica dioica han sido objeto de un interés creciente.
Sustancias como histamina, acetilcolina, serotonina y flavonoides presentes en los tricomas y tejidos de la ortiga mayor se estudian por sus propiedades farmacológicas, con potenciales aplicaciones en el tratamiento de la hiperplasia prostática benigna, artritis reumatoide y control glucémico en diabéticos. La integración entre el conocimiento tradicional y la investigación moderna refuerza la importancia de esta planta milenaria como recurso biológico y medicinal de alto valor.
En el jardín, la ortiga mayor desempeña múltiples roles que, además de su valor ecológico, ofrecen beneficios nutricionales, medicinales y agronómicos, siendo una adición valiosa a jardines y huertos sostenibles. Como planta alimenticia no convencional (PANC), la Urtica dioica se destaca por su valor nutricional, con hojas jóvenes ricas en vitaminas A, K y C, hierro, calcio y proteínas (25% de la masa seca).
Tras la cocción, que inactiva los tricomas urticantes responsables de la sensación de ardor, estas hojas se vuelven seguras y versátiles en la alimentación. En países como Alemania, Rusia e Irlanda, la ortiga mayor es tradicionalmente utilizada en sopas nutritivas, tortas, omelettes e infusiones. En Italia, se integra en risottos y pastas artesanales, mientras que en el Reino Unido es la base para una antigua cerveza fermentada.
En huertos medicinales, la ortiga mayor se cultiva por sus propiedades terapéuticas. Sus hojas y raíces se utilizan en fitoterapia para tratar condiciones como artritis, dolores musculares y problemas urinarios. Además, la planta se emplea en la producción de extractos e infusiones con propiedades antiinflamatorias y diuréticas.
La ortiga mayor también es valiosa en canteiros mixtos, contribuyendo a la biodiversidad del jardín. Es esencial como planta hospedera para mariposas de la familia Nymphalidae, como la mariposa-pavo (Aglais io) y la mariposa-tortuga-pequeña (Aglais urticae). Su presencia en ecosistemas indica buena salud ambiental y promueve la biodiversidad. Sus raíces ayudan en la recuperación de suelos pobres, y la planta todavía actúa como bioindicadora de suelos ricos en nitrógeno y fósforo.
Además, la ortiga mayor se utiliza en la agricultura orgánica como biofertilizante. La maceración de sus hojas resulta en un extracto rico en nutrientes, especialmente nitrógeno, que puede aplicarse como fertilizante líquido para estimular el crecimiento de las plantas. Este extracto también actúa como repelente natural de plagas.
La ortiga mayor prefiere suelos ricos en materia orgánica, con buen drenaje y un pH que varía entre 5,0 y 8,0, siendo ideal entre 6,0 y 7,0. Los suelos arcillosos o franco-arcillosos, bien estructurados y con alta disponibilidad de nitrógeno, favorecen su desarrollo. La planta es tolerante a una amplia gama de pH, siempre que el suelo sea fértil y mantenga una humedad adecuada. Se evita suelos encharcados o sujetos a inundaciones prolongadas, ya que la ortiga mayor no tolera condiciones de falta de oxígeno en las raíces por largos períodos.
La ortiga mayor crece tanto a pleno sol como en sombra parcial. En ambientes sombreados, la planta puede mostrar un crecimiento más lento, pero aún así es capaz de desarrollarse satisfactoriamente. La temperatura ideal para su crecimiento se sitúa entre 20°C y 25°C, con una germinación eficiente que ocurre entre 15°C y 20°C. La ortiga mayor es resistente a bajas temperaturas, soportando heladas y temperaturas cercanas a 0°C, siendo clasificada como resistente al frío. La especie prefiere ambientes con una humedad relativa entre 60% y 85%.
Ella puede ser propagada por semillas, división de estolones o rizomas. La siembra directa debe realizarse en suelo bien preparado, con semillas ligeramente cubiertas, pues necesitan luz para germinar. La germinación ocurre en 10 a 21 días, dependiendo de las condiciones ambientales. La propagación vegetativa por rizomas o estolones es efectiva, especialmente para mantener características específicas de la planta. La plantación de rizomas debe hacerse a una profundidad de 5 a 10 cm, con espaciamiento adecuado para permitir el desarrollo de las plantas.
La irrigación debe mantener el suelo constantemente húmedo, especialmente durante las etapas iniciales de crecimiento. En regiones con lluvias regulares, la irrigación suplementaria puede ser mínima. La fertilización con compuestos ricos en nitrógeno es beneficiosa, promoviendo un crecimiento vigoroso de la parte aérea de la planta. La Ortiga mayor responde bien a la adición de materia orgánica y compost al suelo, especialmente estiércoles curados de animales como aves, conejos y bovinos.
La poda regular de las puntas de los brotes en primavera puede retrasar la floración, prolongando el período de cosecha de las hojas jóvenes. El mantenimiento incluye la eliminación de plantas indeseadas y el control del crecimiento excesivo, evitando que la Ortiga mayor se vuelva invasiva. Generalmente no es necesario el tutoraje, ya que la planta posee un tallo erecto y robusto. Evite manipular la planta sin guantes, para evitar irritaciones y ardor en la piel. Al preparar la planta como PANC o para fines medicinales, recuerde escaldarla o hacer una infusión, eliminando su efecto tóxico antes de la ingestión.
La Urtica dioica es resistente a diversas inclemencias, incluyendo heladas, vientos fuertes y períodos cortos de sequía. Su capacidad de adaptación a diferentes condiciones ambientales la convierte en una planta robusta y de fácil cultivo, que muchas veces incluso escapa al cultivo y se encuentra en terrenos baldíos. La presencia de tricomas urticantes en las hojas y tallos proporciona protección contra la herbivoría, desalentando el consumo por parte de los animales.
La Ortiga mayor también es relativamente resistente a plagas y enfermedades, aunque puede ser afectada por algunas plagas específicas en condiciones de cultivo intensivo, como áfidos, cochinillas y orugas. El mantenimiento de buenas prácticas agrícolas, como la rotación de cultivos y el control de la humedad, ayuda a prevenir problemas fitosanitarios.
La propagación por semillas requiere estratificación en frío para romper la dormancia, aumentando la tasa de germinación. La cosecha de las hojas puede comenzar alrededor de 90 a 110 días después de la germinación. Las hojas jóvenes se cosechan antes de la floración, generalmente en primavera, para su uso culinario o medicinal.