Cabeza de Medusa

Euphorbia caput-medusae

Raquel Patro

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Euphorbia caput-medusae - Cabeza de Medusa

Entre las suculentas que decoran nuestras casas y jardines alrededor del mundo, pocas poseen una apariencia tan peculiar como la Cabeza de Medusa, de la especie Euphorbia caput-medusae. El nombre científico «Euphorbia caput-medusae» fue acuñado por Carl Linnaeus en 1753, en el Species Plantarum, y refleja la notable similitud de la planta con la cabeza de Medusa, una de las tres Gorgonas de la Mitología Griega, una figura icónica que poseía serpientes en lugar de cabellos.

La Euphorbia caput-medusae es originaria de la región del Cabo, en Sudáfrica, extendiéndose desde Namaqualand hasta Mossel Bay. Este hábitat se caracteriza por llanuras arenosas, con típica vegetación de renosterveld y afloramientos rocosos costeros, donde la planta se adapta tanto al suelo arenoso como a las grietas rocosas. Es un representante típico de la vegetación de renosterveld de las laderas de Signal Hill y Devil’s Peak, en Ciudad del Cabo, una región de bosques mediterráneos, bosques y bioma matorral, pero seriamente amenazada debido a la urbanización y a la agricultura.

Ramas distribuidas radialmente alrededor del caudex globoso de Euphorbia caput-medusae
Ramas distribuidas radialmente alrededor del caudex globoso de Euphorbia caput-medusae

El ambiente natural de la Cabeza de Medusa está marcado por inviernos húmedos y veranos secos, lo que refleja directamente en sus necesidades de cultivo. Adaptada para sobrevivir en condiciones de aridez, esta suculenta ha desarrollado un caudex central — un tallo especializado para almacenamiento de agua — que le permite resistir períodos de sequía.

El caudex de la Euphorbia caput-medusae es un tallo globoso, casi completamente subterráneo y que puede alcanzar hasta 20 cm de diámetro. Se fusiona con una raíz principal suculenta y profunda, para absorber y almacenar agua y nutrientes. A partir de este caudex corto y central, emergen las ramas, creando la apariencia que recuerda a la cabellera de la mítica Medusa.

Las ramas de la Euphorbia caput-medusae son cilíndricas, suculentas y serpentiformes y se extienden en varias direcciones desde el caudex. Pueden variar significativamente en longitud, alcanzando de 18 a 75 cm, y presentan un diámetro de 10 a 30 mm. La superficie de estas ramas está marcada por tubérculos prominentes, oblicuamente alargados, que confieren una textura nodosa y segmentada, como escamas de una serpiente. Los ápices se mantienen elevados en comparación con la longitud, lo que les confiere el aspecto de serpientes.

Detalle de frutos a la izquierda e inflorescencia a la derecha de Cabeza-de-medusa
Detalle de frutos a la izquierda (Foto de Johan Viljoen) e inflorescencia a la derecha (Foto de Joey Santore) de Cabeza de medusa

Estas ramas tuberculadas son verdes a grisáceas y fundamentales para la fotosíntesis, ya que la planta es mayoritariamente desprovista de hojas verdaderas. Las pequeñas hojas de la Cabeza de medusa presentan un comportamiento rápidamente caduco, cayendo poco después de su aparición y pueden ser observadas en la punta de las ramas en crecimiento. Son suculentas, con un formato lineal, agudo u obtuso, y miden hasta 5 mm de longitud. Son verdes, pero si están bajo sol pleno, pueden adquirir tonos rojizos.

Sus curiosas inflorescencias son del tipo ciato, una forma especializada encontrada en el género Euphorbia. Surgen en agrupaciones en las axilas de los tubérculos en los extremos de las ramas. Cada ciato de la Cabeza de medusa está rodeado por 5 a 7 brácteas pequeñas que endurecen y persisten, formando un involucro en forma de copa. Los ciatos tienen 12 mm de diámetro, con glándulas nectaríferas verdes brillantes, rodeadas por procesos blancos dentados que adornan las flores masculinas y la flor femenina central con un pedicelo alargado. El ovario es sésil y obtusamente lobulado.

Un hecho interesante es que solo las plantas originarias de semillas forman el caudex característico, aunque la especie puede ser multiplicada por esquejes. Las plantas propagadas por esquejes adquieren un aspecto curioso, sin la típica simetría radial y la base globosa de las plantas originarias de semillas. El esqueje inicial se convierte en un tallo cilíndrico o ensanchado en el ápice, del cual se ramifica, emitiendo un conjunto de ramas alargadas, típicas de la especie.

Euphorbia caput-medusae
Planta originaria de esqueje a la izquierda (Foto de Leonora Enking). Planta con simetría radial con ramas originarias del caudex, originaria de semilla, a la derecha (Foto de Linde Muller).

En la decoración y en el paisajismo, la apariencia de la Cabeza de Medusa es indudablemente su atributo más marcante. Con sus ramas suculentas y serpentinas, esta planta añade una dimensión escultural y dramática a cualquier espacio. El contraste entre el verde-azulado de las ramas y el blanco sutil de las flores, cuando están presentes, ofrece un espectáculo visual que cautiva a los espectadores. Debido a su forma y estructura únicas, la Euphorbia caput-medusae es una excelente elección para jardines de roca, parterres de suculentas, y como una pieza central en arreglos de plantas. Su capacidad para tolerar condiciones de sequía la hace una candidata ideal para jardines xerófilos o de bajo mantenimiento, donde la conservación del agua es una prioridad.

Planta en cascada, entre rocas.
Planta en cascada, entre rocas. Foto de Bernard Dupont

En jardines de roca, la Cabeza de Medusa puede ser plantada de manera que su caudex quede parcialmente enterrado y sus ramas esparcidas entre las piedras, creando un efecto intrigante. En parterres y arreglos de suculentas, se puede combinar con otras especies de hábitos y colores complementarios para crear contrastes visuales. Por su forma escultural, la Euphorbia caput-medusae sirve bien en cultivos aislados principalmente en cestas colgantes y macetas cilíndricas, cónicas y con forma de «cabeza». De esta manera atrae la mirada y se convierte en un punto focal, especialmente cuando se posiciona en lugares de destaque, como entradas de casas, escaleras, patios o balcones.

Es importante notar que, a pesar del aspecto lúdico, su savia lechosa es irritante y tóxica, lo que debe ser considerado al posicionar la planta en áreas frecuentadas por niños y mascotas.

La Cabeza de Medusa está bien adaptada al pleno sol, lo que contribuye a su desarrollo saludable y floración. Sin embargo, puede tolerar media sombra, especialmente en regiones con clima cálido. Plantas acostumbradas a la sombra deben ser aclimatadas gradualmente al sol pleno para evitar quemaduras solares. Prefiere un sustrato aireado, compuesto principalmente por materiales inorgánicos como arena, cascajo de tejas o ladrillos, arcilla expandida y piedra triturada, con una pequeña adición de turba. Este sustrato promueve la drenaje y aireación efectiva, esencial para la salud de la raíz y prevención de pudrición.

Durante el período de crecimiento activo, la Euphorbia caput-medusae debe ser regada regularmente, permitiendo que el suelo se seque completamente entre riegos. Es importante evitar el encharcamiento, especialmente durante el invierno, cuando el metabolismo de la planta se desacelera y la necesidad de agua disminuye significativamente. Pero vale recordar que como es originaria de regiones con invierno lluvioso, tiene una tolerancia mayor a la humedad en invierno, comparada con otras suculentas.

Un fertilizante balanceado, especialmente formulado para cactus y suculentas, debe ser aplicado durante la primavera y verano. El fertilizante debe ser rico en potasio e incluir todos los micronutrientes y elementos traza necesarios para el desarrollo saludable de la planta. Como es originaria de regiones subtropicales, la Euphorbia caput-medusae posee cierta resistencia al frío, pudiendo tolerar temperaturas hasta aproximadamente -6°C. Sin embargo, es aconsejable protegerla de heladas para evitar daños. Muestra tolerancia a la salinidad, lo que la hace adecuada para cultivo en regiones costeras. La poda no es generalmente necesaria, y si se hace mal, puede desfigurarla. Utilice con parsimonia, con el objetivo de remover ramas dañadas o afectadas por enfermedades. Es crucial manejar la planta con cuidado debido a su látex tóxico, que puede causar irritación en la piel y en los ojos. El uso de guantes y gafas de protección es recomendado durante el manejo.

Cabeza-de-medusa en maceta.
Cabeza de Medusa en maceta. El caudex fue elevado para evidenciar su belleza. Foto de Calimecita

A diferencia de muchas otras suculentas, la propagación de la Euphorbia caput-medusae a través de esquejes puede no resultar en plantas perfectas, con el típico formato de Cabeza de Medusa. Cuando un esqueje es retirado de la planta, tiende a desarrollar un conjunto de ramas en el ápice en vez de formar un nuevo caudex globoso típico. Estas ramas laterales crecen de manera irregular, resultando en una planta sin el aspecto original. Este comportamiento significa que, mientras la propagación por esquejes es técnicamente viable, producirá una planta diferente de lo esperado. Para propagar por esquejes, corte las ramas, secando el látex que exuda con papel toalla. Estos esquejes deben ser puestos a secar y cicatrizar por algunos días antes de la plantación para reducir el riesgo de pudrición.

Para obtener el verdadero formato de Cabeza de Medusa, sin embargo, es preferible la propagación por semillas. Las semillas deben ser sembradas en un sustrato bien drenado y mantenidas húmedas en un ambiente cálido hasta la completa germinación, siendo aclimatadas gradualmente tras ese período. Plantas cultivadas a partir de semillas desarrollan el caudex característico de la especie.

Acerca de Raquel Patro

Raquel Patro es paisajista y fundadora de Planterista.com. Desde 2006 desarrolla contenidos especializados en plantas y jardines, ya que cree que todo el mundo, ya sean aficionados o profesionales, debería tener acceso a contenidos de calidad. Como geek, le gustan los libros, la ciencia ficción y la tecnología.