Los grillos topo, también llamado alacranes cebolleros y conocidos científicamente como Gryllotalpidae, pertenecen al mismo orden que los grillos y saltamontes (Orthoptera), grupo que se destaca por la diversidad de adaptaciones morfológicas y de comportamiento. Una de las adaptaciones más notables en los grillos topo es la transformación de las patas delanteras en estructuras especializadas para excavación, llamadas patas fosoriales, que se asemejan a palas. Esta especialización contrasta con las patas de los grillos y saltamontes, desarrolladas para saltar.
Las patas medianas de los grillos topo están adaptadas para la locomoción, y las posteriores, a pesar de que aún son capaces de saltar, raramente se utilizan para este fin. Además, los grillos topo poseen un cuerpo musculoso y altamente adaptado para la vida subterránea, midiendo entre 3 a 5 cm de longitud, con una coloración que varía del marrón al grisáceo y cubierto por pelos castaños. Sus alas, del tipo tégmina, cubren mitad del abdomen y son acompañadas por largas antenas.
Estos insectos son ingenieros del ecosistema, creando complejos sistemas de túneles y cámaras subterráneas que pueden alcanzar hasta 20 cm de profundidad. Estos túneles no son solo refugios, sino que también desempeñan un papel crucial en la aireación del suelo y en el ciclo de nutrientes. Sin embargo, en jardines y céspedes, la presencia de estos túneles puede ser perjudicial, debilitando la estructura del suelo y dañando raíces de plantas. Los grillos topo hembras son prolíficas, pudiendo depositar hasta 200 huevos en 3 a 4 cámaras, cada una comparable al tamaño de un huevo de gallina. Las ninfas emergen aproximadamente 40 días después de la oviposición y, inicialmente, se nutren de materia orgánica y raíces pequeñas cercanas. Al llegar el otoño, las ninfas del grillo topo alcanzan su etapa adulta.
Estos insectos son nocturnos, alimentándose de materia orgánica, incluyendo otros insectos, raíces y brotes. El mayor daño causado al césped no es por la alimentación directa, sino por los túneles que crean, exponiendo y dañando las raíces de las plantas. Esto acaba llevando al surgimiento de áreas secas, amarillentas y muerte en áreas específicas. Plantas jóvenes, con sistemas radiculares aún en desarrollo, son particularmente vulnerables.
A diferencia de lo que muchos pueden pensar, los grillos topo son inofensivos y nada venenosos. Al cogerlos en la mano, no se asuste, los pequeños pellizcos que da en la piel son el intento de cavar para esconderse.
La prevención de la infestación por grillos topo puede ser efectivamente realizada mediante la mejora del drenaje o la reducción de los riegos del jardín durante la primavera. Este enfoque busca crear un ambiente menos favorable para la reproducción de estos insectos, ya que las hembras buscan lugares húmedos para ovopositar. Además, es importante destacar que el mantenimiento de un suelo bien drenado y con la humedad equilibrada es beneficioso no solo para el control de grillos topo, sino también para la salud general de las plantas.
Para controlar el grillo topo en jardines residenciales, una técnica común es saturar el terreno infestado con una solución de agua y detergente común o jabón. Para la dosificación, se recomienda utilizar 100 ml de jabón (preferiblemente jabón de potasio) por cada 10 litros de agua. Esta solución actúa como un irritante para los grillos topo, forzándolas a salir de sus refugios. Sin embargo, es crucial realizar esta aplicación al atardecer o por la noche, ya que la exposición al sol puede causar daños a las plantas debido a la reacción del detergente o jabón con la luz solar.
Si la infestación es muy grande, con muchos grillos topo emergiendo tras la aplicación de la solución, puede ser necesario recurrir a insecticidas. No obstante, es importante usar insecticidas como último recurso, debido a los potenciales efectos adversos sobre el medio ambiente y otros organismos no objetivo.
En céspedes muy extensos, como en campos de golf, el control biológico con nemátodos parásitos, como Steinernema scapterisci y S. riobravos, puede ser una alternativa eficaz. Estos nemátodos son enemigos naturales de los grillos topo y pueden reducir significativamente sus poblaciones sin impactar negativamente el medio ambiente. Sin embargo, es interesante observar que en áreas de alta mantención, donde los céspedes son frecuentemente irrigados y bien cuidados, el control biológico tiende a ser menos eficaz y duradero que en áreas de baja mantención.
Esto se debe a que las condiciones favorables mantenidas en esos ambientes pueden contrarrestar el efecto de los agentes de control biológico. Es importante, por lo tanto, considerar la integración de métodos de control cultural, como la gestión adecuada del riego y el mantenimiento del suelo, con estrategias de control biológico para un manejo efectivo de los grillos topo en céspedes.