Clusia

Clusia fluminensis

Raquel Patro

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Clusia - Clusia fluminensis

La Clusia (Clusia fluminensis), también conocida como abanero, es una especie arbustiva, dioica, de follaje denso, perennifolio y brillante, conocida por su resistencia a condiciones adversas, como la salinidad y los vientos fuertes, y por ello ampliamente utilizada en el paisajismo de áreas tropicales. Es nativa de Brasil y se encuentra predominantemente en las regiones costeras de los estados de Río de Janeiro y São Paulo, adaptándose especialmente a los ecosistemas de restinga, caracterizados por suelos arenosos y alta exposición solar.

La clusia, al igual que otras especies del mismo género, es conocida por su gran capacidad de tolerar condiciones adversas, principalmente debido a su capacidad de realizar tanto la fotosíntesis del tipo C3 como CAM (Metabolismo Ácido de las Crasuláceas). Estos mecanismos especiales optimizan la fotosíntesis de las plantas bajo calor intenso, reduciendo su deshidratación.

Esta flexibilidad permite que las plantas optimicen el uso del agua y del CO₂ según las condiciones ambientales. En ambientes con buena disponibilidad de agua, la fotosíntesis C3 es predominante. Sin embargo, bajo estrés hídrico o alta salinidad, la planta puede inducir el metabolismo CAM, caracterizado por la apertura estomática nocturna para la fijación de CO₂, reduciendo la pérdida de agua durante el día. Esta adaptación es particularmente ventajosa en su hábitat de restinga, donde la disponibilidad de agua puede ser limitada y las condiciones ambientales desafiantes.

Clusia en su hábitat - Vegetación de Restinga
Clusia en su hábitat – Vegetación de Restinga

El nombre del género «Clusia» es un homenaje al botánico francés Carolus Clusius, reconocido por sus contribuciones a la botánica en el siglo XVI. El epíteto específico «fluminensis» hace referencia a Río de Janeiro, indicando la región donde la especie fue inicialmente identificada y de donde es nativa.

La clusia presenta raíces pivotantes bastante gruesas, además de raíces adventicias que crecen desde las ramas y se convierten en soportes cuando tocan el suelo. Su tallo es erecto y bastante ramificado, otorgándole un crecimiento naturalmente denso. Puede tener porte de arbusto o arbolito, alcanzando hasta 6 metros de altura si no se poda. Sus hojas son opuestas, pecioladas, con forma obovada a elíptica, midiendo entre 5 y 12 cm de largo y de 3 a 6 cm de ancho. La textura de las hojas varía de carnosa a coriácea, con coloración verde oscura y superficie brillante. Una característica notable es la presencia de glándulas en la lámina foliar, responsables de la secreción de látex, una sustancia lechosa que actúa en la defensa contra herbívoros, plagas y enfermedades.

La floración ocurre principalmente en primavera y verano, periodo en el que las flores atraen polinizadores, como abejas sin aguijón. Las inflorescencias de Clusia fluminensis son del tipo tirsiforme (racimo de cimas), generalmente terminales, con 2 a 6 flores unisexuales. Las flores tienen una importancia ornamental secundaria, son pequeñas y de color blanco a ligeramente rosado, y la especie es dioica, es decir, presenta plantas macho y hembra separadas.

Textura de las hojas y detalle de las raíces adventicias.
Textura de las hojas y detalle de las raíces adventicias. Foto de Carina Dust a la izquierda. Foto a la derecha de Paula Romano

Las flores masculinas tienen numerosos estambres, mientras que las femeninas presentan carpelos distintos. Los pétalos son blancos, contrastando con los estambres o carpelos de color anaranjado. El fruto es una cápsula elipsoide que, al madurar, se abre liberando semillas envueltas en un arilo anaranjado, lo que atrae a las aves, responsables de la dispersión de las semillas.

Además de la especie tipo, destacan la variedad Variegata y el cultivar Pedra Azul. La variedad Variegata presenta hojas con márgenes y manchas crema o amarillas, otorgando un efecto ornamental interesante, especialmente en proyectos paisajísticos que buscan contrastes de color. Por otro lado, el cultivar Pedra Azul, también conocido como Mini-clusia, se caracteriza por hojas más pequeñas y un porte reducido, lo que la convierte en una planta de textura más delicada y fina, una opción muy demandada por paisajistas que desean combinar la rusticidad de la especie con un atractivo visual más cercano a arbustos formales, como el boj. Por la misma razón, también resulta interesante para el arte del bonsái.

Debido a su follaje denso y brillante, Clusia fluminensis se utiliza frecuentemente en la formación de cercos vivos, proporcionando privacidad y actuando como barrera contra vientos y contaminación. Su rápido crecimiento y resistencia a la poda la convierten en una de las especies más utilizadas en sustitución de cercos de arbustos tradicionales, como hibiscos y mirtos. Por las mismas razones, también se puede usar como bordura, serpenteando caminos o a lo largo de muros, con un mantenimiento reducido en comparación con otras especies.

Flor masculina a la izquierda y flor femenina a la derecha. Clusia fluminensis
Flor masculina a la izquierda (Foto de Yoannis Domínguez) y flor femenina a la derecha (Foto de Maurício Mercadante).

Además de su uso en cercos vivos, Clusia fluminensis también es recomendada como arbusto aislado o para cultivo en macetas, siendo una excelente opción para balcones, terrazas y ambientes interiores bien iluminados por la luz solar de ventanas, tragaluces o puertas acristaladas. Su resistencia a la salinidad la hace ideal para jardines costeros, donde otras especies ornamentales pueden sufrir por el exceso de sales en el suelo y en el aire.

Otra característica destacada de la clusia es su respuesta positiva a las podas de formación, lo que permite la creación de topiarias y esculturas vegetales. Esta particularidad posibilita la obtención de estéticas tanto formales como informales, ampliando su potencial ornamental y convirtiéndola en una opción versátil tanto para proyectos residenciales como para grandes espacios públicos, como plazas y jardines corporativos. Con su belleza singular, robustez y fácil mantenimiento, la Clusia fluminensis es una de las especies más valoradas en el paisajismo contemporáneo, aportando elegancia y funcionalidad a diversos tipos de espacios.

Un aspecto interesante es su capacidad de absorber contaminantes atmosféricos, lo que la convierte en una aliada en proyectos de biofiltración del aire en zonas urbanas. Su sistema radicular también contribuye a la estabilización de suelos arenosos, lo que la hace relevante en la recuperación de áreas degradadas, especialmente en ambientes costeros.

Detalle del fruto elipsoide y abierto (dehiscencia), revelando el arilo anaranjado que recubre las semillas. Clusia fluminensis.
Detalle del fruto elipsoide y abierto (dehiscencia), revelando el arilo anaranjado que recubre las semillas. Foto de Lucas Marinho

La clusia prefiere ambientes de pleno sol, aunque tolera la sombra parcial, siempre que reciba al menos 4 horas diarias de sol. Como planta de interior o en balcones con menor disponibilidad de luz, puede presentar un crecimiento más lento, no tendrá un aspecto tan denso y sus hojas pueden perder su brillo característico.

Se adapta bien a regiones tropicales y subtropicales, siendo capaz de soportar altas temperaturas y humedad moderada. Su resistencia a los vientos fuertes y la salinidad la convierte en una excelente opción para jardines costeros. En climas más fríos, puede sufrir daños por heladas intensas, requiriendo protección o cultivo en macetas para trasladarla a zonas resguardadas durante el invierno. Ante heladas ligeras, la planta puede no verse afectada, y aunque sus hojas puedan quemarse un poco, es capaz de rebrotar tras una poda de renovación.

El suelo o sustrato ideal para el cultivo de la clusia debe ser bien drenado, aireado y rico en materia orgánica. A pesar de ello, la Clusia fluminensis es capaz de sobrevivir y prosperar en suelos pobres y en ambientes costeros, donde otras especies pueden tener dificultades para adaptarse. Prefiere suelos ligeramente ácidos a neutros, pero se adapta a diferentes tipos de sustratos, siempre que no sean excesivamente compactos o encharcados. Su resistencia al estrés hídrico permite que la planta soporte cortos períodos de sequía, lo que la hace ideal para proyectos paisajísticos de bajo mantenimiento.

La clusia crece bastante si no se poda y puede adquirir un aspecto más informal (izquierda) o formal, con podas (derecha).
La clusia crece bastante si no se poda y puede adquirir un aspecto más informal (izquierda – Foto de ) o formal, con podas (derecha – Foto de Conrado).

El riego debe realizarse de forma moderada, evitando tanto la sequedad extrema del suelo como el exceso de humedad. Durante los períodos más calurosos, se recomienda regar cada dos o tres días, siempre observando la humedad del sustrato. En temporadas de lluvias, el riego puede reducirse o suspenderse. La clusia responde bien a la fertilización regular, lo que contribuye a un crecimiento más vigoroso.

Para el cultivo en suelo, se recomienda la aplicación de materia orgánica, como humus de lombriz o estiércol bien descompuesto, cada tres meses. Para el cultivo en macetas, se puede aplicar un fertilizante equilibrado (10-10-10 o similar), preferiblemente de liberación lenta, cada dos meses durante el período de crecimiento activo. Los fertilizantes ricos en fósforo y potasio son indicados para fortalecer las raíces y estimular la floración.

El mantenimiento de la Clusia fluminensis es relativamente sencillo. Responde bien a las podas de formación, lo que permite controlar su tamaño, densidad y forma, especialmente en cercos vivos o cuando se cultiva como arbusto ornamental. La poda puede realizarse a finales del invierno o inicios de la primavera para estimular nuevos brotes y renovar el follaje. En general, la clusia es una planta bastante resistente a plagas y enfermedades, lo que contribuye a su éxito en el paisajismo.

La propagación de Clusia fluminensis puede realizarse mediante esquejes, acodos o semillas. La esqueja es el método más utilizado y fácil, debido a su practicidad y alta tasa de éxito. Para ello, se deben cortar ramas semileñosas de aproximadamente 15 a 20 cm, con unos 3 nudos, eliminando las hojas inferiores y dejando solo algunas en la parte superior. Se pueden aprovechar las podas para recolectar esquejes de calidad. Los esquejes pueden plantarse directamente en una mezcla de sustrato arenoso con tierra vegetal y mantenerse en sombra parcial hasta su enraizamiento, que ocurre entre 30 y 60 días.

La clusia como planta de interior y como cerco vivo.
La clusia como planta de interior y como cerco vivo. Foto a la izquierda de Karyn T y a la derecha de Miriam Delao

El acodo también es un método eficiente, especialmente para plantas adultas. Este proceso consiste en estimular el enraizamiento de una rama aún adherida a la planta madre antes de separarla, asegurando un nuevo ejemplar ya bien establecido. Se pueden aprovechar ramas que estén emitiendo raíces adventicias para este propósito.

La propagación por semillas es menos común, ya que el crecimiento inicial es lento y la germinación puede ser irregular. Las semillas deben sembrarse en un sustrato rico en materia orgánica y mantenerse húmedas hasta la germinación, que puede tardar varias semanas. Gracias a su facilidad de propagación y resistencia, la Clusia fluminensis sigue siendo una de las especies preferidas en paisajismo, proporcionando belleza y funcionalidad en diversos entornos.

Curiosidad: Estudios científicos recientes sugieren que Clusia fluminensis podría tener propiedades terapéuticas contra los efectos del veneno de las jararacas (serpientes del género Bothrops), responsables de la mayoría de los accidentes ofídicos en Brasil. Investigadores han probado extractos de hojas, tallos y frutos de la planta y han observado que ayudan a inhibir efectos como hemorragias, inflamaciones y daños musculares causados por el veneno.

Clusia de la variedad Variegata a la izquierda y del cultivar Pedra Azul a la derecha.
Clusia de la variedad Variegata a la izquierda y del cultivar ‘Pedra Azul’ a la derecha. Foto a la derecha de Steve Maldonado Silvestrini

Además, un gel elaborado a partir del extracto de los frutos ha demostrado ser eficaz en la reducción de hemorragias. Se cree que esta acción está relacionada con la presencia de compuestos como flavonoides y taninos, conocidos por sus propiedades antiinflamatorias y anticoagulantes. Aunque estos resultados son prometedores, se requieren más investigaciones para comprender mejor cómo la clusia puede utilizarse como complemento al tratamiento convencional con suero antiofídico.

Acerca de Raquel Patro

Raquel Patro es paisajista y fundadora de Planterista.com. Desde 2006 desarrolla contenidos especializados en plantas y jardines, ya que cree que todo el mundo, ya sean aficionados o profesionales, debería tener acceso a contenidos de calidad. Como geek, le gustan los libros, la ciencia ficción y la tecnología.