Vid

Vitis sp

Raquel Patro

Actualizado el

La vid, conocida científicamente como Vitis, es una de las primeras plantas en ser domesticadas por la humanidad, un hito fundamental en la historia de la agricultura. Además del trigo, el olivo, el guisante y el lino, la vid representa un pilar de la alimentación y cultura en el mundo occidental. Su fruto, la uva, junto con el pan, forma la base de muchas dietas y posee una fuerte presencia cultural y religiosa. En diversas religiones, la uva, la vid y el vino son elementos sagrados, cargados de simbolismo, representando prosperidad, alegría y promesas divinas. La mitología greco-romana otorga un lugar especial al vino y las uvas, con Dionisio (o Baco para los romanos), el dios de la alegría y del vino, personificando su importancia cultural.

Las principales especies de vides cultivadas incluyen Vitis vinifera, predominante en Europa y esencial en la producción de vinos finos. Especies americanas como Vitis labrusca, Vitis rotundifolia, Vitis riparia y Vitis aestivalis se utilizan tanto como portainjertos resistentes a plagas y enfermedades como para la producción de uvas de mesa, jugos, jaleas y vinos. A lo largo de miles de años, ha habido un intenso proceso de selección e hibridación, resultando en una vasta diversidad de variedades e híbridos, cada uno adaptado a condiciones climáticas específicas y destinados a diferentes usos.

Dentro del vasto universo de las variedades de uvas, las uvas sin semilla ocupan un lugar destacado, tanto por su atractivo comercial como por su interesante proceso de cultivo. Estas uvas, conocidas como «uvas apirenas», son el resultado de técnicas agrícolas avanzadas, incluyendo el desarrollo de cultivares y el uso de giberelinas, un grupo de hormonas vegetales. La aplicación de giberelinas estimula el crecimiento de las bayas (frutos de la vid) sin la necesidad de polinización, resultando en frutos más grandes y sin semillas, que satisfacen la demanda de los consumidores por uvas más convenientes para el consumo.

La vid es una planta trepadora de textura leñosa, con tallo retorcido y corteza oscura y fisurada, característica de su resiliencia y longevidad. Sus ramas son flexibles, adaptadas para crecer sobre estructuras de soporte, y poseen zarcillos para fijación. Las hojas son grandes, alternas, pecioladas, de forma cordiforme con lóbulos dentados y puntiagudos, esenciales para la fotosíntesis y transpiración. Las inflorescencias son del tipo racimo, con flores pequeñas y discretas, blanco-verdosas. Los frutos, las conocidas bayas, varían en dulzura y consistencia, con colores que van del verde al negro, reflejando la diversidad genética de la especie. El período de floración y fructificación está influenciado por el clima y la variedad de uva, lo que tiene implicaciones directas en la viticultura.

Las uvas tienen un papel central en la gastronomía y la nutrición. Pueden ser consumidas frescas o procesadas como pasas, jugos y jaleas. La fermentación del jugo de uva produce no solo vino, sino también vinagre. La uva enriquece una variedad de platos, desde salsas para carnes hasta postres como helados y pasteles. Nutricionalmente, las uvas son consideradas un alimento funcional, ricas en sales minerales, vitaminas, flavonoides y resveratrol, un poderoso antioxidante. Sin embargo, su alto contenido de azúcar requiere atención de diabéticos y de aquellos en dietas de adelgazamiento.

El contenido de azúcares solubles en las uvas se mide por el grado brix, una medida esencial en la viticultura. Este índice, expresado en porcentaje, es crucial para determinar el momento ideal de cosecha, influenciando directamente la calidad y el sabor del vino o jugo producido. Uvas con un Grado Brix más elevado resultan en vinos más dulces y alcohólicos, mientras que valores más bajos favorecen vinos más ácidos y ligeros. El monitoreo cuidadoso del Grado Brix es, por lo tanto, fundamental para la producción de vinos de alta calidad, reflejando la madurez y la composición ideal de la fruta para diferentes estilos de vino.

Las hojas de uva también son un ingrediente tradicional en la cocina de varias culturas, principalmente en la cocina de Oriente Medio, griega y turca. Estas hojas son valoradas por su textura resistente y sabor único, que puede variar de ligeramente ácido a un poco amargo, dependiendo de la variedad de la vid y del tiempo de cosecha. En la cocina, las hojas de uva son frecuentemente usadas para preparar «dolmas» o «sarma», que son platos donde las hojas son rellenadas con una mezcla de arroz, carne picada, hierbas y especias, y luego cocidas. Antes de ser rellenadas, las hojas de uva son normalmente escaldadas en agua hirviendo para ablandar y remover parte de su aspereza.

Además, las hojas de uva pueden ser utilizadas en ensaladas, conservas y como envoltorios para pescados u otros rellenos. Son ricas en vitaminas y minerales, incluyendo vitamina A, vitamina C, hierro y calcio, convirtiéndolas en un complemento saludable y sabroso para varios platos. Es una manera de valorar todos los aspectos de la vid, yendo más allá de las uvas y explorando los sabores y nutrientes ofrecidos por las hojas.

Las vides, una vez plantadas, crecen rápidamente y comienzan a fructificar entre 2 a 4 años, dependiendo de la variedad y las condiciones de cultivo. La elección del soporte para la vid es crucial, ya que debe ser resistente y duradero, compatible con la longevidad de la planta. En cultivos comerciales, las vides son frecuentemente conducidas en soportes del tipo espaldera, parral o manjedoura. En paisajismo, son comúnmente cultivadas en pérgolas, creando hermosas estructuras verdes con frutos que pueden ser admirados y recolectados desde abajo. Tras la fructificación, la vid pierde sus hojas, creando un efecto dramático en el paisajismo de invierno.

El cultivo de la vid requiere atención específica. Debe ser plantada bajo sol pleno, en lugares protegidos de vientos fuertes y con suelo fértil, bien drenado y enriquecido con materia orgánica. La insolación directa es crucial para la dulzura de los frutos. Variedades modernas se han adaptado a diversos climas, incluyendo regiones tropicales. La vid no tolera suelos pesados y encharcados y requiere cuidados como poda, tutorado, amarre, abonado, riegos regulares, pulverizaciones y cosecha. Abonados mensuales con estiércol maduro son recomendados para estimular el crecimiento y la fructificación. La propagación es comúnmente hecha por semillas, esquejes y, más frecuentemente, por injerto, garantizando la perpetuación de las características deseadas.

Dentro del cuidado integral de las vides, la aplicación preventiva semestral o anual de caldo bordelés es una práctica esencial. Este fungicida tradicional, aprobado para la agricultura orgánica, es una mezcla de sulfato de cobre y cal hidratada. Es ampliamente utilizado para prevenir enfermedades fúngicas, como el mildiú, antracnosis, roya y oidio, que pueden devastar viñedos enteros. La eficacia del caldo bordelés reside en su capacidad de crear una barrera protectora en las hojas y frutos, impidiendo la infección por esporas de hongos. Además, su aplicación regular ayuda a mantener las vides saludables, especialmente en regiones con climas húmedos o durante períodos de lluvia intensa, condiciones ideales para el desarrollo de enfermedades fúngicas.

Además de su papel como fungicida, el caldo bordelés también ofrece beneficios nutricionales para las vides. El cobre, uno de sus componentes principales, es un micronutriente esencial que desempeña un papel crucial en el metabolismo de las plantas, auxiliando en la fotosíntesis y en la protección contra el estrés oxidativo. El azufre, presente en la mezcla, es otro elemento vital, contribuyendo a la síntesis de aminoácidos y proteínas, así como a la resistencia de la planta a enfermedades. El calcio, proveniente de la cal hidratada, es fundamental para la estructura celular y para el desarrollo adecuado de tejidos en las plantas. Así, el caldo bordelés no solo protege a las vides de enfermedades, sino que también proporciona nutrientes esenciales, promoviendo un crecimiento más robusto y saludable.

En términos de impacto ambiental y sostenibilidad, la viticultura enfrenta desafíos relacionados con el uso de la tierra, gestión del agua y uso de pesticidas. Prácticas de cultivo sostenibles, como la viticultura orgánica y biodinámica, están volviéndose cada vez más populares, buscando minimizar la huella ecológica y promover la salud del ecosistema. Además, la vid desempeña un papel crucial en el turismo rural y el enoturismo, atrayendo visitantes interesados en aprender sobre la cultura del vino y la belleza de los viñedos.

La vid y sus uvas continúan siendo un símbolo de prosperidad y placer, desempeñando un papel vital tanto en la agricultura como en la cultura. Ya sea como una fuente de alimento, un elemento de paisajismo, o un ícono cultural, la vid une historia, tradición e innovación, reflejando la relación intrincada y duradera entre la humanidad y la naturaleza.

Acerca de Raquel Patro

Raquel Patro es paisajista y fundadora de Planterista.com. Desde 2006 desarrolla contenidos especializados en plantas y jardines, ya que cree que todo el mundo, ya sean aficionados o profesionales, debería tener acceso a contenidos de calidad. Como geek, le gustan los libros, la ciencia ficción y la tecnología.