Robiquetia

Robiquetia cerina

Raquel Patro

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La Robiquetia cerina es una orquídea natural, de crecimiento monopodial, originaria de Filipinas y Papúa Nueva Guinea. Presenta un comportamiento epífito (crece sobre los árboles) la mayoría de las veces, y ocasionalmente se encuentra como rupícola (crece sobre rocas). El nombre del género, Robiquetia, es un homenaje al farmacéutico francés Pierre Jean Robiquet (1780 – 1840), conocido por haber aislado la cafeína y sintetizado la codeína. El nombre de la especie, cerina, es el término en latín para “de aspecto de cera”, una alusión a la textura de las flores.

Robiquetia cerina
Foto de Julio Cesar Zanatta

La R. cerina es una vandácea de pequeño tamaño y crecimiento lento, que puede alcanzar un metro de longitud. Florece al final del verano y durante el otoño, presentando una o más inflorescencias racemosas, cónicas, colgantes, de 10 cm, con flores de 6 a 8 mm, que abren 1/3 del racimo cada vez. En apariencia, la densa inflorescencia recuerda a una piña o un racimo de uva. Existen dos variedades, una con flores rojas y otra con flores amarillas. La floración dura alrededor de tres semanas.

Debe cultivarse bajo luz filtrada, con sombreado del 50 al 60%, alta humedad del aire (más del 70%) y buena ventilación. Prefiere el calor, con temperaturas entre 15 y 40ºC. Su hábitat se caracteriza por bosques cálidos y húmedos, con altitud que varía entre 50 a 70 metros sobre el nivel del mar. El sustrato indicado para la R. cerina está compuesto por partes iguales de corteza de pino, carbón vegetal y musgo esfagno. Le gustan las raíces aireadas y un drenaje perfecto, siendo ideal cultivarla en cajones en lugar de macetas.

Robiquetia cerina amarilla
Foto de Julio Cesar Zanatta

Como todas las vandáceas, cultive la Robiquetia cerina de forma suspendida, para preservar su sistema radicular y no dañar la inflorescencia colgante. Necesita mucha humedad atmosférica y riegos abundantes de las raíces, pero el drenaje debe ser rápido y la ventilación buena, para evitar problemas de pudrición de raíces y enfermedades por hongos. Proteger en los días más fríos del invierno.

Se recomienda la fertilización foliar semanal durante la primavera y el verano con una solución de 2g (1 cucharadita) de fertilizante NPK Peter’s en proporción 20-20-20, por cada litro de agua. En otoño e invierno, la fertilización puede ser cada dos semanas. También realice la fertilización orgánica del sustrato una vez al mes, aplicando una cucharadita de fertilizante orgánico especial para orquídeas, espolvoreando sobre la superficie. Se multiplica por semillas.

Acerca de Raquel Patro

Raquel Patro es paisajista y fundadora de Planterista.com. Desde 2006 desarrolla contenidos especializados en plantas y jardines, ya que cree que todo el mundo, ya sean aficionados o profesionales, debería tener acceso a contenidos de calidad. Como geek, le gustan los libros, la ciencia ficción y la tecnología.