La Patí es una palma ornamental que se destaca por su copa en capas con un aspecto vertical. Es nativa de Brasil, más específicamente de la Mata Atlántica, y se encuentra en los estados de Espírito Santo, Minas Gerais, Bahía y Sergipe. Está en la lista de especies en peligro de extinción debido a la gran deforestación de la Mata Atlántica. A pesar de ser rara en cultivo, su demanda en paisajismo está en aumento, lo que puede ser muy interesante para preservar la especie.
Presenta un tallo tipo estipe, solitario, columnar, delgado y de color gris claro, con un diámetro de hasta 25 cm y una altura de hasta 18 metros. Puede estar parcialmente cubierto por las vainas foliares remanentes, con un aspecto fibroso. Sus hojas son de color verde oscuro, pinadas, curvadas, rígidas y dispuestas en espiral a lo largo del estipe, dando la impresión de capas de hojas. Cada hoja tiene de 100 a 180 folíolos largos, lineales y distribuidos en el mismo plano.
Se diferencia del Coco Plumoso (Syagrus romanzoffiana), que tiene hojas plumosas y dispuestas radialmente formando una corona. Sus inflorescencias son del tipo panícula, interfoliares y péndulas, con numerosas flores de color crema. Da frutos abundantemente durante el verano, produciendo pequeños frutos elipsoides, fibrosos, del tipo drupa, de color anaranjado y sabor dulce, con un endocarpo rígido.
No es en vano que el estadounidense Paul Craft, experto en palmas, clasificó a la patí como una de las palmas más hermosas del mundo en el libro «Enciclopedia de palmas cultivadas», del cual es coautor. Con su belleza singular, esta especie puede plantarse de forma aislada, en hileras o incluso en grupos, preferiblemente con ejemplares de diferentes alturas y un fondo libre para el cielo azul, para resaltar su copa vertical. De esta manera, la patí es perfecta para ubicarse alrededor de piscinas, parques, fincas, granjas, a lo largo de caminos o incluso cerca de viviendas de dos o más pisos, de modo que su escala se adapte a la construcción.
Además, las plantas jóvenes se pueden cultivar en macetas para decorar espacios interiores y, posteriormente, plantarlas en el jardín. En comparación con otras palmas, la patí tiene la reputación de crecer rápidamente, siendo fácil de trasplantar y de bajo mantenimiento. Algunos incluso recomiendan no fertilizarla demasiado para evitar un crecimiento desproporcionado en relación con el soporte de la planta.
Además de su uso en paisajismo, la palma patí produce frutos y almendras sabrosas que se pueden consumir frescas o en forma de licores. También se puede extraer de ellas un aceite fino, muy apreciado. El estipe se utiliza en la construcción rural, y las hojas son utilizadas por los indígenas para hacer excelentes envoltorios para asar pescados.
Imitando la protección natural del bosque, al principio del cultivo se recomienda sombra parcial o luz filtrada para proteger el desarrollo inicial de las plántulas, y a medida que crecen, se pueden adaptar gradualmente a pleno sol. La palma patí prefiere suelos ricos en materia orgánica y con buen drenaje. Cuando se cultiva en macetas, el riego debe ser regular para que el sustrato no se seque por completo entre riego y riego.
En el jardín, es recomendable regar durante los períodos de sequía, ya que sus raíces no son muy profundas, al igual que la gran mayoría de las palmas. Tolera moderadamente la salinidad de las regiones costeras. Es sensible a las heladas intensas, pero puede soportar el frío no tan intenso del clima subtropical. Vientos muy fuertes y tormentas pueden provocar la caída de esta especie, por lo que no se recomienda en áreas demasiado expuestas que puedan representar un riesgo para personas o edificios.
Fertilice durante la primavera y el verano con fertilizantes específicos para palmas, siguiendo siempre las recomendaciones del fabricante. Recuerde regar bien el suelo antes de aplicar el fertilizante para facilitar la absorción de nutrientes y evitar dañar las raíces. Se multiplica por medio de la siembra, y las semillas germinan entre 3 y 5 meses, pudiendo ser escarificadas mecánicamente para acelerar y uniformizar la germinación. Lo ideal es utilizar semillas frescas, recién recolectadas de frutos maduros y despojadas de pulpa.