La Palmera Imperial (Roystonea oleracea) es una especie de palma monóica, solitaria e imponente, muy robusta y de gran tamaño, que alcanza entre 30 y 40 metros de altura. Sus hojas miden de 3 a 5 metros de longitud y son pinadas, con folíolos arqueados e insertados en el mismo plano, a diferencia de la Palmera Real de Cuba (Roystonea regia), que presenta hojas más plumosas. Su estípite (tronco) es de color gris claro, liso, uniformemente cilíndrico, solo ligeramente engrosado en la base y con un diámetro entre 40 y 60 centímetros.
La corona es redonda, con aproximadamente veinte hojas dispuestas de forma erecta u horizontal, lo que permite visualizar el cogollo cubierto por las vainas a distancia, siendo esta otra de las características que la diferencia de la Palmera Real de Cuba. En esta última, las hojas más viejas cuelgan sobre el cogollo, dificultando su visualización.
La inflorescencia surge en la base del cogollo, en primavera, en racimos largos de hasta 1,5 metros de longitud, con flores masculinas y femeninas de color blanco. Los frutos son drupas oblongas de color morado a negro cuando están maduros. Se forman en verano y son atractivos para diversas aves silvestres, especialmente psitácidos, como loros, guacamayos y cotorras.
Símbolo de la aristocracia en la historia de Brasil, la primera palma de esta especie fue plantada por el entonces príncipe regente Dom João VI en 1809. Todas las palmas imperiales cultivadas en el país descienden de esta primera palma, que fue llamada Palma Mater y fue fulminada por un rayo en 1972. Por esta razón, la Roystonea oleracea recibió en Brasil el nombre popular de «imperial» y estuvo vinculada a la monarquía y la aristocracia, popularizándose más tarde.
Debido a su porte majestuoso, la palmera imperial es ideal para acompañar grandes construcciones, avenidas, amplios parques, alamedas centrales, edificios públicos y residencias de gran tamaño, principalmente en parejas, grupos o filas. Plantada de manera aislada o en jardines pequeños, fácilmente puede parecer desproporcionada.
Debe cultivarse a pleno sol, en suelo fértil, enriquecido con materia orgánica e irrigado regularmente. Responde bien a la fertilización, creciendo rápidamente. Fertilice con abonos específicos para palmas durante el período de crecimiento. Aprecia el calor y la humedad tropicales, siendo menos resistente al frío que la palmera real de Cuba.
Aun así, es posible cultivarla en climas subtropicales, en centros urbanos y valles, menos propensos a heladas e frío intenso. Resiste muy bien a los vientos, aunque no es tan flexible como para tolerar tornados fuertes, como algunas especies de palmas. Se multiplica por semillas, recién cosechadas de frutos maduros y colocadas para germinar en un sustrato arenoso y mantenido húmedo, preferiblemente en invernadero. La germinación tarda aproximadamente 70 días en ocurrir.