La mangaba (Hancornia speciosa) es un árbol frutal típico de la caatinga y del cerrado brasileño. La mangaba es una especie perennifolia a semidecidua, ya que puede perder parte de su follaje en el período seco. Su tronco es ramificado, tortuoso, con corteza rugosa y alcanza de 2 a 10 metros de altura. La copa es amplia, redondeada a irregular. La especie produce una savia lechosa, que exuda por toda la planta. De esta savia se puede producir un caucho rosado. Las hojas son opuestas, coriáceas, elípticas, brillantes, glabras o pubescentes, de acuerdo con la variedad, de color verde a rojizo.
Florece de agosto a noviembre, pero puede florecer dos veces al año. Las inflorescencias son del tipo dicasio o cima, terminales, con delicadas flores blancas, hermafroditas, pentámeras y tubulares, que son polinizadas por abejas nativas y otros insectos. La fructificación se concentra de octubre a abril, pero pueden surgir frutos en otras épocas del año. El fruto es del tipo baya, con forma redondeada, cáscara delicada, amarilla a anaranjada y manchas rojas. La pulpa es blanca, carnosa, suave y jugosa, conteniendo de 2 a 15 semillas en formato de disco.
El fruto de la mangaba debe ser consumido bien maduro, de lo contrario la savia lechosa del fruto verde puede ser muy irritante e incluso perjudicial. Se dice que el punto justo es cuando cae al suelo. Sin embargo, es más común cosechar el fruto cuando cambia a color amarillo y esperar de dos a tres días para finalizar la maduración, cuando entonces la pulpa se vuelve muy suave. El fruto es dulce, ácido, sabroso, con aroma característico y puede ser consumido in natura o en forma de dulces, jaleas, helados, jugos, vinos, licores, etc.
Tiene un alto valor nutricional, siendo rico en vitamina C, vitamina A, sales minerales, así como proteínas y aceites esenciales. El nordeste brasileño es al mismo tiempo el mayor productor y el mayor consumidor de la fruta, que se explota todavía de forma extractiva, sin grandes cultivos comerciales. El transporte de la fruta es complicado, ya que son frágiles y perecederas, lo que encarece el producto en los puntos de venta directa y restringe la mayor parte de la producción a las pequeñas industrias locales.
Sin duda, la mangaba es un árbol a ser más ampliamente explorado en el paisajismo. Tiene la personalidad de los árboles del cerrado y del semiárido, con toda esa dramática conferida por el tronco tortuoso y áspero. Además, tiene flores perfumadas y frutos deliciosos, que no se pueden comprar en cualquier tienda. Puede ser cultivada aislada para usos paisajísticos.
Sin embargo, a pesar de ser monóica, la mangaba no es capaz de autopolinizarse, por lo tanto es importante cultivar individuos no clonales cercanos y en un ambiente con ocurrencia natural de polinizadores, para una producción de frutos satisfactoria. Entonces, se prefiere la plantación en hileras o grupos, espaciados para evitar el sombreado, en sitios, fincas, a lo largo de avenidas, plazas, patios amplios, etc. En áreas sujetas a vientos, la mangaba tiende a inclinarse hacia un lado y desarrollar ramas cerca del suelo. En estos casos, el tutoramiento y el apoyo pueden ser útiles, así como la poda selectiva de estas ramas.
En general, es una especie bastante rústica y la mayor parte de las plagas y enfermedades afectan a las plantas en la fase de vivero, donde la humedad y la densidad poblacional es mucho mayor que en condiciones naturales. Prefiere áreas abiertas, con baja competencia y sin sombreado. Los cuidados culturales se limitan a la eliminación de malas hierbas y a podas de formación y producción.
Debe cultivarse bajo sol pleno, en suelos preferentemente arenosos, bien drenados, fertilizados, ácidos e irrigados en el primer año de implantación, sin encharcar. La mangaba se adapta muy bien a suelos pobres y además de alcanzar menor porte, puede fragilizarse y volverse susceptible a enfermedades si el suelo recibe mucha materia orgánica.
Así, es preferible abonar esta especie con fertilizantes químicos, utilizados en parcelas, que estiércoles y otros abonos orgánicos. También no se debe utilizar cal en el cultivo. Tolerante a la sequía. No resiste a las heladas o al frío intenso, por lo que su cultivo en climas subtropicales o templados no es recomendado.
Se multiplica por semillas o injerto de ramas. Las semillas deben ser recogidas de frutos maduros, preferentemente ya caídos de árboles sanos y buenos productores. A continuación, deben ser despulpadas y puestas a germinar en hasta cuatro días, pues pierden rápidamente el poder germinativo, principalmente si se deshidratan.