Mangaba

Hancornia speciosa

Raquel Patro

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La mangaba (Hancornia speciosa) es un árbol frutal típico de la caatinga y del cerrado brasileño. La mangaba es una especie perennifolia a semidecidua, ya que puede perder parte de su follaje en el período seco. Su tronco es ramificado, tortuoso, con corteza rugosa y alcanza de 2 a 10 metros de altura. La copa es amplia, redondeada a irregular. La especie produce una savia lechosa, que exuda por toda la planta. De esta savia se puede producir un caucho rosado. Las hojas son opuestas, coriáceas, elípticas, brillantes, glabras o pubescentes, de acuerdo con la variedad, de color verde a rojizo.

Florece de agosto a noviembre, pero puede florecer dos veces al año. Las inflorescencias son del tipo dicasio o cima, terminales, con delicadas flores blancas, hermafroditas, pentámeras y tubulares, que son polinizadas por abejas nativas y otros insectos. La fructificación se concentra de octubre a abril, pero pueden surgir frutos en otras épocas del año. El fruto es del tipo baya, con forma redondeada, cáscara delicada, amarilla a anaranjada y manchas rojas. La pulpa es blanca, carnosa, suave y jugosa, conteniendo de 2 a 15 semillas en formato de disco.

Flores y hojas de la mangabeira. Foto de Mauricio Mercadante

El fruto de la mangaba debe ser consumido bien maduro, de lo contrario la savia lechosa del fruto verde puede ser muy irritante e incluso perjudicial. Se dice que el punto justo es cuando cae al suelo. Sin embargo, es más común cosechar el fruto cuando cambia a color amarillo y esperar de dos a tres días para finalizar la maduración, cuando entonces la pulpa se vuelve muy suave. El fruto es dulce, ácido, sabroso, con aroma característico y puede ser consumido in natura o en forma de dulces, jaleas, helados, jugos, vinos, licores, etc.

Tiene un alto valor nutricional, siendo rico en vitamina C, vitamina A, sales minerales, así como proteínas y aceites esenciales. El nordeste brasileño es al mismo tiempo el mayor productor y el mayor consumidor de la fruta, que se explota todavía de forma extractiva, sin grandes cultivos comerciales. El transporte de la fruta es complicado, ya que son frágiles y perecederas, lo que encarece el producto en los puntos de venta directa y restringe la mayor parte de la producción a las pequeñas industrias locales.

Sin duda, la mangaba es un árbol a ser más ampliamente explorado en el paisajismo. Tiene la personalidad de los árboles del cerrado y del semiárido, con toda esa dramática conferida por el tronco tortuoso y áspero. Además, tiene flores perfumadas y frutos deliciosos, que no se pueden comprar en cualquier tienda. Puede ser cultivada aislada para usos paisajísticos.

Sin embargo, a pesar de ser monóica, la mangaba no es capaz de autopolinizarse, por lo tanto es importante cultivar individuos no clonales cercanos y en un ambiente con ocurrencia natural de polinizadores, para una producción de frutos satisfactoria. Entonces, se prefiere la plantación en hileras o grupos, espaciados para evitar el sombreado, en sitios, fincas, a lo largo de avenidas, plazas, patios amplios, etc. En áreas sujetas a vientos, la mangaba tiende a inclinarse hacia un lado y desarrollar ramas cerca del suelo. En estos casos, el tutoramiento y el apoyo pueden ser útiles, así como la poda selectiva de estas ramas.

En general, es una especie bastante rústica y la mayor parte de las plagas y enfermedades afectan a las plantas en la fase de vivero, donde la humedad y la densidad poblacional es mucho mayor que en condiciones naturales. Prefiere áreas abiertas, con baja competencia y sin sombreado. Los cuidados culturales se limitan a la eliminación de malas hierbas y a podas de formación y producción.

Mangaba – Árbol. Foto de Mauricio Mercadante

Debe cultivarse bajo sol pleno, en suelos preferentemente arenosos, bien drenados, fertilizados, ácidos e irrigados en el primer año de implantación, sin encharcar. La mangaba se adapta muy bien a suelos pobres y además de alcanzar menor porte, puede fragilizarse y volverse susceptible a enfermedades si el suelo recibe mucha materia orgánica.

Así, es preferible abonar esta especie con fertilizantes químicos, utilizados en parcelas, que estiércoles y otros abonos orgánicos. También no se debe utilizar cal en el cultivo. Tolerante a la sequía. No resiste a las heladas o al frío intenso, por lo que su cultivo en climas subtropicales o templados no es recomendado.

Se multiplica por semillas o injerto de ramas. Las semillas deben ser recogidas de frutos maduros, preferentemente ya caídos de árboles sanos y buenos productores. A continuación, deben ser despulpadas y puestas a germinar en hasta cuatro días, pues pierden rápidamente el poder germinativo, principalmente si se deshidratan.

Acerca de Raquel Patro

Raquel Patro es paisajista y fundadora de Planterista.com. Desde 2006 desarrolla contenidos especializados en plantas y jardines, ya que cree que todo el mundo, ya sean aficionados o profesionales, debería tener acceso a contenidos de calidad. Como geek, le gustan los libros, la ciencia ficción y la tecnología.