El litchi (Litchi chinensis) es un árbol frutal, perenne y ornamental, originario de regiones tropicales de Asia y conocido por sus frutos delicados y sabrosos, que recuerdan a las fresas en apariencia. De crecimiento lento, alcanza una altura media arbórea, entre 15 y 20 metros. Su copa es amplia, con tronco corto y ramaje ramificado, algo curvado hacia abajo. Las hojas son opuestas, pinnadas, con dos a cuatro pares de foliolos coriáceos, elípticos, inicialmente rojo-cobrizos y brillantes verdes cuando maduros.
Florece en racimos en primavera, presentando numerosas flores pequeñas, perfumadas, de color blanco, amarillo o verde. Tras la polinización, que realizan los insectos, se forman en verano los característicos frutos, pequeños, con forma ovoide o de corazón, con una cáscara áspera y rugosa de color rosa a rojizo. La pulpa es translúcida, jugosa, perlada y dulce, con un delicioso aroma. Protege una semilla marrón oscura y no comestible. Hay tres subespecies de la planta: Litchi chinensis chinensis, que es la más difundida y cultivada, L. chinensis javanensis, cultivada solo en Malasia e Indonesia, y L. chinensis philippinensis, de frutos no comestibles.
Un excelente árbol para el huerto doméstico, el litchi, además de producir frutos delicados y sabrosos, también es ornamental y proporciona abundante sombra. La fruta puede consumirse in natura, conservando así todo su perfume, o deshidratada como pasa, así como en compotas para consumir durante todo el año. Muy rico en vitamina C, se utiliza en recetas de postres, helados, yogures, mermeladas, licores e incluso caipirinha.
Rápidamente después de la cosecha, los frutitos pierden su vibrante color rojo y se vuelven marrones, sin perjudicar su sabor. Es rústica y su manejo no es complicado. Inicialmente es importante realizar podas de formación, que facilitan la iluminación de la copa, así como la cosecha posterior de los frutos. Después de eso, las podas de limpieza, que eliminan ramas enfermas y muertas, mantienen la planta sana y productiva. Una poda drástica puede renovar la productividad de árboles viejos.
Debe cultivarse bajo pleno sol, en suelo fértil, profundo, drenable, enriquecido con materia orgánica e irrigado en los primeros años de implantación. Prefiere climas marcados, subtropicales a tropicales, con un largo verano lluvioso y algún periodo frío en invierno, importante para estimular la floración y fructificación en la próxima estación. Sin embargo, no tolera heladas o frío intenso, por debajo de −4°C, especialmente las plantas jóvenes, que son muy sensibles.
Aunque aprecia riegos frecuentes, el litchi no tolera encharcamientos, que rápidamente afectan sus raíces, por lo tanto no es apropiada para suelos excesivamente húmedos, así como salinos. Del mismo modo, no se adapta en áreas propensas a sequías. Se multiplica por semillas, pero más comúnmente por acodo aéreo y injerto, para preservar las características de la variedad madre.