Lechuga Canadiense

Lactuca canadensis

Raquel Patro

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Inflorescencias de la Lechuga Canadiense, foto de Marilua Feitoza

La lechuga canadiense (Lactuca canadensis) es una herbácea anual, erecta, vigorosa, lactescente, con tallo ramificado y frondoso. Puede alcanzar fácilmente los dos metros de altura si se cultiva a pleno sol. Sus hojas, casi plateadas y con nervaduras moradas, son puntiagudas. Las flores, de color amarillo claro, se disponen en amplias panículas terminales, y recuerdan a las flores de la lechuga y del diente de león (en una coloración más discreta).

Cuando las flores se cierran, en poco tiempo generan “pompones” llenos de semillas negras (aquenios con papus) – que van a sembrar todo alrededor llevadas por el viento. Por esta facilidad de propagación, la planta también puede considerarse invasiva en algunas situaciones. Se propaga rápidamente en jardines, macetas, grietas de aceras, esquinas, huertos, huertas, y así sucesivamente.

Es una planta anual, y como tal crece, florece, siembra y termina su ciclo en hasta un año. Es una hortaliza que no requerirá ningún esfuerzo para cuidar, incluso en épocas de sequía. Su propagación es exclusivamente por semillas. Para plantar las semillas basta con cubrirlas con una fina capa de tierra directamente en el jardín o maceta y mantener el suelo húmedo hasta que la germinación se complete. Sin ningún misterio.

Diferentes tipos de hojas. Foto de Marilua Feitoza

Pariente de la lechuga, la escarola y los almeirões, esta planta se cultiva mucho en huertos domésticos en casi todo el país. En el Sur y Sudeste se considera subespontánea. Nace sobre todo en las estaciones más frescas, otoño e invierno. Basta con que llegue el frío para que los almeirões salvajes comiencen a aparecer en el patio, aportando color y belleza al jardín.

Existen diferentes variedades: la de hoja lisa, la de hoja recortada y la de hoja sin venas moradas: todas naciendo espontáneamente por ahí. No tengas “pena” de comer las hojas de tu lechuga canadiense. Comienza recolectando las hojas de abajo y la planta crecerá como una col de repollo. Puedes hacer varias cosechas en una misma planta de lechuga canadiense.
Cuando digo que la lechuga canadiense nace en el monte, poca gente cree por lo hermosa que es. Además de hermosa, es ornamental, espontánea, medicinal y alimenticia.

Muy sabrosa y versátil en la cocina, sus hojas pueden consumirse crudas o cocidas. Aun así, es desconocida por la mayoría de la población, por lo tanto, es una PANC (planta alimenticia no convencional). Y afortunadamente, aquí en Brasil, algunas regiones ya comercializan esta verdura sabrosa en ferias agroecológicas.

Personalmente, prefiero comerlas crudas en ensalada y en vinagreta. Pero también las como en farofa, en caldo verde, en sopa y en guisos. Aunque esta hortaliza es ligeramente amarga, algunos no soportan ningún tipo de amargura en la comida. En ese caso, basta con cortar las hojas en tiras y dejar

las unos minutos en remojo en agua para retirar la savia. Sin embargo, al hacer esto, perderás parte de los principios medicinales de la planta, que es conocida en la medicina popular por proteger el hígado y ayudar en la digestión. Combate afecciones del hígado, bazo, vesícula y riñones. Ya dice el refrán popular: toda verdura amarga protege el hígado.

Foto de Marilua Feitoza

Los tallos florales jóvenes también son comestibles. De hecho, toda la planta es comestible. La raíz, antes de la floración, puede ser recolectada, picada con un cuchillo afilado, secada al sol, y utilizada para hacer té. Sus raíces tienen una fuerte historia en el continente europeo. Después de secas y tostadas, ya reemplazaron al café en la Europa de antaño. Y hoy, este tipo de preparación se ha convertido en una delicia. Me pongo a pensar en los productores de hortalizas convencionales en Brasil con “problemas de infestación” de lechuga canadiense en la propiedad. Recoge todo, tuesta las raíces y lanza un “café gourmet” de Lactuca canadensis. Yo compraría para probar.

Ah… pero no vayas a arrancar la planta por la raíz para tostar todo. A menos que tengas una infestación de lechuga canadiense en tu jardín, deja la planta tranquila, para que florezca, siembre y cumpla su misión de esparcir por el mundo sus descendientes. Y si después de la siembra surgen muchas plántulas, puedes donarlas a amigos, vecinos, a huertos comunitarios, a grupos de horticultores urbanos. Lechuga canadiense en el huerto es señal de hortaliza fresca, libre de veneno, medicinal, nutritiva y gratis. Piensa en eso.

Acerca de Raquel Patro

Raquel Patro es paisajista y fundadora de Planterista.com. Desde 2006 desarrolla contenidos especializados en plantas y jardines, ya que cree que todo el mundo, ya sean aficionados o profesionales, debería tener acceso a contenidos de calidad. Como geek, le gustan los libros, la ciencia ficción y la tecnología.