El Lapacho Amarillo, de la especie Handroanthus albus, es un árbol de la familia Bignoniaceae, de notoria belleza e importancia ecológica. Es un árbol nativo de Brasil, con ocurrencia natural en varios estados, incluyendo Bahía, Espíritu Santo, Goiás, Mato Grosso do Sul, Minas Gerais, Paraná, Río de Janeiro, Río Grande do Sul, Santa Catarina y São Paulo. Además del territorio brasileño, el Handroanthus albus también se encuentra en el nordeste de Argentina y en el este de Paraguay.
Su hábitat típico incluye la Mata Atlántica, con bosques estacionales semideciduos, bosques con araucaria y cerrados, preferentemente a lo largo de ríos y arroyos, así como en los sotobosques de pinhais, generalmente en altitudes que varían de 300 a 1.000 metros. Raramente se observa en bosques densos, indicando su preferencia por ambientes más abiertos y luminosos.
El nombre del género Handroanthus se nombró en honor al botánico brasileño Oswaldo Handro, reconocido por sus contribuciones a la botánica, especialmente en el estudio de plantas del cerrado y de la mata atlántica. El sufijo «anthus» proviene del griego antiguo «ánthos», que significa «flor», formando así «flor de Handro». El epíteto específico «albus» es de origen latino y significa «blanco», en alusión a la coloración blanquecina presente en el indumento (pelos) que cubre las ramas jóvenes y el reverso de las hojas de la especie. Este aspecto tomentoso otorga al Handroanthus albus un aspecto plateado o claro, especialmente visible en los periodos de brotación.
El Lapacho Amarillo es un árbol caducifolio, con velocidad de crecimiento moderada, y clasificado como pionero a secundario inicial. Puede alcanzar entre 20 y 30 metros de altura, con un tronco recto o ligeramente tortuoso, que mide entre 40 y 60 centímetros de diámetro a la altura del pecho (DAP). La corteza externa es grisácea y presenta fisuras longitudinales profundas. Las ramas son gruesas, irregulares y tortuosas, lo que contribuye a la formación de una copa alta, densa y redondeada.
Las hojas son compuestas, opuestas y digitadas, generalmente con cinco a siete folíolos elíptico-lanceolados, que miden de 7 a 18 centímetros de largo por 2 a 6 centímetros de ancho. Una característica que a menudo la distingue de otras especies es el tomento blanco o blanquecino en las ramas nuevas y en las hojas, lo que confiere un aspecto plateado al follaje recién brotado.
Las inflorescencias del Handroanthus albus son del tipo tirso multifloral terminal, con 10 a 20 centímetros o más de longitud, agrupando flores amarillas vibrantes que miden entre 4 y 10 centímetros. La especie es hermafrodita, contando con flores bisexuales. La floración ocurre predominantemente durante la estación seca, variando según la región: en general de junio a noviembre.
La polinización es realizada por insectos y aves, destacando las mamangavas (Bombus morio) y los colibríes. Los frutos son síliquas alargadas, cilíndricas y dehiscentes, midiendo de 15 a 30 centímetros de largo por 1,5 a 2,5 centímetros de ancho, cubiertas por pelos dorados. Las semillas tienen de 2 a 3 centímetros de largo por 7 a 9 mil metros de ancho y son aladas, siendo dispersadas por el viento (anemocoria).
La madera del Handroanthus albus es reconocida por su excepcional calidad. Con densidad variando entre 0,90 y 1,15 g/cm³, se caracteriza por ser pesada, dura y compacta, presentando alta resistencia al ataque de parásitos y a la humedad. Esta durabilidad notable la hace ideal para diversas aplicaciones en la construcción civil, incluyendo estructuras de puentes, vigas, marcos de puertas, pisos y escaleras. Además, es ampliamente utilizada en la fabricación de muebles de alta calidad, instrumentos musicales, puertas y ventanas. Su resistencia a condiciones adversas y la capacidad de mantener sus propiedades físicas a lo largo del tiempo consolidan su reputación como una madera noble en el mercado maderero.
El Lapacho Amarillo, también conocido como Guayacan, destaca tanto en el paisajismo urbano como en la recuperación de áreas degradadas, ofreciendo beneficios estéticos y ecológicos significativos. Su floración llamativa, junto con la capacidad de atraer y sostener la fauna local, refuerza la importancia de su inclusión en proyectos de arborización y restauración ambiental en diversas regiones de Brasil.
La floración ocurre entre julio y septiembre, pudiendo suceder más de una vez al año, cuando el árbol pierde sus hojas y se cubre de flores amarillas vibrantes, formando un espectáculo visual que enriquece jardines residenciales, parques, plazas y grandes avenidas. Además de la belleza de las flores, la caída de estas forma una alfombra dorada alrededor del árbol, añadiendo un encanto adicional a los espacios verdes. Es especialmente recomendada para vías públicas, por no presentar raíces superficiales (agresivas), además de proporcionar sombra en verano y permitir el paso de la luz en invierno.
El Lapacho Amarillo combina bien con otras especies nativas que florecen en diferentes épocas del año, creando un jardín con interés visual continuo. Especies como el Pau-brasil (Paubrasilia echinata) y la Quaresmeira (Tibouchina granulosa) son complementos ideales, proporcionando un contraste de colores y texturas. Aunque el Lapacho Amarillo puede ser cultivado en macetas cuando jóvenes, eventualmente necesitará ser trasplantado al suelo, pues puede alcanzar grandes alturas y necesita espacio para el desarrollo de sus raíces.
La presencia del Lapacho Amarillo en proyectos de restauración ecológica es beneficiosa no solo por la recuperación de la vegetación, sino también por el soporte a la fauna local. Sus flores proveen néctar para los polinizadores, mientras que los frutos y semillas sirven de alimento para diversas especies de aves, incluyendo periquitos, cambacicas (Coereba flaveola) y sanhaços (Thraupis spp.). Esta interacción contribuye a la manutención y el equilibrio de los ecosistemas restaurados. Además de su aplicación en áreas degradadas, el Lapacho Amarillo es frecuentemente utilizado en la recomposición de matas ribereñas, debido a su ocurrencia natural a lo largo de ríos y arroyos.
Además de su valor ornamental y ecológico, el Lapacho Amarillo posee usos tradicionales en la medicina popular, especialmente en comunidades rurales e indígenas de Brasil. Aunque estas prácticas son ampliamente difundidas, es esencial considerar que la eficacia terapéutica y la seguridad del uso medicinal del Handroanthus albus aún carecen de validación científica robusta en muchos aspectos. Vea sobre las informaciones medicinales en el recuadro al lado.
El lapacho amarillo prospera en ambientes de sol pleno, siendo esencial que se cultive en lugares con alta incidencia de luz solar directa durante el día (mínimo 6 horas). Se adapta bien a climas tropicales y subtropicales, prefiriendo temperaturas medias anuales entre 18 °C y 28 °C. Aunque tolera variaciones térmicas, se desarrolla mejor en regiones sin heladas severas. A pesar de vegetar en suelos pobres, prefiere sustratos profundos, bien drenados y ricos en materia orgánica. Los suelos franco-arenosos con buena capacidad de retención de humedad son ideales para su crecimiento saludable.
Para la plantación del lapacho amarillo, se recomienda el uso de plántulas vigorosas, preferentemente de entre 30 y 50 cm de altura. El espaciamiento ideal entre los árboles debe ser de al menos 4 metros, permitiendo el pleno desarrollo de la copa. El hoyo de plantación debe tener aproximadamente 40 cm de profundidad y ancho, excavado en forma cuadrada (no circular), y enriquecido con materia orgánica para favorecer el enraizamiento.
Durante los primeros años, es crucial mantener el suelo ligeramente húmedo, realizando riegos regulares, especialmente en períodos de sequía. Sin embargo, es fundamental evitar el encharcamiento, ya que el exceso de agua puede dañar las raíces. La fertilización semestral con compost orgánico o fertilizantes equilibrados (NPK 10-10-10) contribuye a un crecimiento robusto y una floración abundante.
El tutorado de las plántulas jóvenes es aconsejable para garantizar un crecimiento vertical y prevenir daños causados por vientos fuertes y actos de vandalismo, especialmente en vías públicas y plazas, donde hay mayor tránsito de personas. En las aceras, conviene dejar un área permeable de al menos un metro de diámetro alrededor de la plántula para un buen aporte de agua durante las lluvias.
Las podas de formación son mínimas y pueden realizarse en los primeros años para estructurar la copa. Mientras tanto, las podas de limpieza, que involucran eliminar ramas secas o enfermas, son importantes para mantener la salud del Lapacho Amarillo. El mantenimiento incluye la eliminación de plantas invasoras alrededor de la base y la aplicación de mantillo para conservar la humedad del suelo. La eliminación del exceso de plantas epífitas puede ser beneficiosa para los Lapacho Amarillo más viejos y muy infestados, mejorando su aspecto y permitiendo la entrada de luz en las ramas.
El Lapacho Amarillo muestra una resistencia significativa a varias condiciones adversas. Toleran períodos de sequía una vez establecidos, gracias a su sistema radicular profundo. Aunque pueden soportar temperaturas más bajas, las heladas intensas pueden dañar los brotes jóvenes. Es relativamente resistente a vientos moderados, especialmente cuando está bien arraigado. En regiones costeras, presenta una buena adaptación, siempre que esté protegido de vientos salinos fuertes.
A pesar de su robustez, el Lapacho Amarillo puede ser susceptible a algunas plagas y enfermedades. Insectos como brocas y pulgones pueden atacar los brotes y las hojas, mientras que enfermedades fúngicas, como la antracnosis, pueden surgir en condiciones de alta humedad. La monitorización regular y prácticas de manejo adecuadas, como la eliminación de partes afectadas y el uso de productos fitosanitarios cuando sea necesario, ayudan a controlar estos problemas.
La propagación del Lapacho Amarillo se realiza comúnmente mediante semillas. Las semillas deben ser sembradas en un sustrato ligero y mantenidas en un ambiente con buena luminosidad. La germinación ocurre generalmente entre 5 a 10 días después de la siembra, con tasas superiores al 80%. Las plántulas alcanzan una altura adecuada para el trasplante al campo después de aproximadamente 6 meses.