El jacaré es un árbol caducifolio, de ciclo de vida perenne, ornamental, con un tronco característico, retorcido y con tonos marmolados. Es nativo de la Mata Atlántica en Río de Janeiro y se encuentra en la región costera, entre el bosque y la restinga. Actualmente, está clasificado como «en peligro crítico de extinción» por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y los Recursos Naturales.
Puede alcanzar hasta 12 metros de altura, pero generalmente no supera los 7 metros. Tiene una copa baja, ancha, abierta, redondeada y un tronco retorcido que puede alcanzar hasta 50 cm de diámetro. Las ramas pueden o no tener espinas. La corteza del tronco es de color gris, lisa y descamante, lo que revela una superficie blanca debajo. El aspecto final es hermosamente marmolado, que también recuerda a otro árbol de la misma familia, el pau-ferro (Caesalpinia leiostachya).
Las hojas del jacaré son verdes, ovaladas, coriáceas, compuestas bipinnadas, con 3 a 4 pares de pinas y hasta 8 pares de folíolos oblongos. Las inflorescencias aparecen en primavera-verano y son de tipo glomérulo, agrupando delicadas flores blancas a amarillas. Tienen forma globosa, similar a un pom-pom, con numerosos estambres y un fuerte aroma. Atraen a muchas abejas que se alimentan del néctar y el abundante polen. En cuanto al fruto, la maduración ocurre entre finales del invierno y principios de la primavera. Conocido como «oreja de mono», es un tipo de legumbre, aplanado y retorcido en una forma helicoidal o espiral. Se vuelve de color marrón-rojizo cuando madura y contiene semillas ovaladas, aplanadas, de color amarillo pálido, numerosas pero con una baja capacidad de germinación.
El jacaré se ha popularizado como árbol ornamental a través de los proyectos de Roberto Burle Marx, quien lo utilizó en el Aterro do Flamengo. Es un árbol ideal para la arborización de calles, parques, plazas y en la ciudad en general. Por lo tanto, se puede utilizar para la reconstrucción paisajística de áreas degradadas, ya que no es exigente en cuanto al suelo. Su tronco retorcido y marmolado tiene un gran atractivo escultórico, lo que aporta diferenciación a proyectos residenciales o institucionales.
Utilizar el jacaré en jardines y en la arborización urbana ofrece beneficios tanto estéticos como ecológicos, ya que es una especie amenazada y atrae a los polinizadores. Es el tipo de árbol debajo del cual disfrutarás sentándote a leer un buen libro, hacer un picnic o simplemente contemplar tu jardín. También se puede cultivar en macetas para decorar balcones, patios y terrazas. Otro uso interesante es entrenarlo como bonsái, ya que su tronco retorcido, sus hojas pequeñas y su copa horizontal son características muy deseadas en esta arte. El jacaré también tiene una madera muy resistente y hermosa, por lo que se utiliza en carpintería y artesanía.
Debe ser cultivado a pleno sol y prefiere suelos arenosos, drenantes y ricos en materia orgánica. Aunque su apariencia recuerda a los árboles resistentes del cerrado, el jacaré prefiere áreas con mayores precipitaciones. Cuando se cultiva en maceta, riegue regularmente para que el sustrato no se seque por completo entre riegos, pero evite que se encharque. Después de establecerse en el jardín, tolera cortos períodos de sequía y los riegos deben ser complementarios. La fertilización debe realizarse durante la temporada de crecimiento, tan pronto como las hojas nuevas comiencen a aparecer.
Use fertilizantes NPK formulados específicamente para árboles, siguiendo las recomendaciones del fabricante, y agregue materia orgánica al suelo. Se recomienda regar bien el suelo antes de aplicar el fertilizante, tanto para facilitar la absorción como para evitar dañar las raíces. Se propaga por semillas, que deben germinarse poco después de la cosecha, durante la primavera y el verano. Use un sustrato arenoso y ligero y manténgalo húmedo en un lugar sombreado. La germinación ocurre en hasta 30 días y es baja (20%).
