La jaca (Artocarpus heterophyllus) es un árbol frutal caulífloro y monoico, originario de la India, pero ampliamente distribuido en diversas regiones tropicales del planeta. Presenta un gran tamaño, alcanzando fácilmente los 30 metros de altura. Su copa es piramidal a redondeada, densa y con ramas fuertes, calibrosas, de savia lechosa. Las hojas son comúnmente simples, siendo lobuladas solo en las plantas jóvenes. Pueden ser ovales, oblongas o elípticas, y son enteras, brillantes, corto-pecioladas, con nervaduras bien marcadas y textura coriácea.
Las flores masculinas y femeninas surgen en inflorescencias separadas, directamente del tallo y tienen poca importancia ornamental. El fruto es del tipo sincarpo, compuesto por la unión de varios carpelos. Tiene forma redondeada y algo alargada, con cáscara recubierta de saliencias y es bastante voluminoso y pesado, pudiendo llegar a 40 kilos.
Desde la floración, llevan de 3 a 8 meses para alcanzar la madurez completa, lo cual se evidencia por el cambio de color, de verde claro a amarillo parduzco. El fruto cede a la presión de los dedos y al golpearlo ligeramente produce un sonido tímpano. Una vez maduro, se deteriora rápidamente. Este factor perjudica el transporte, almacenamiento y conservación de las jacas en los centros de distribución y comercialización, lo que hace que el fruto sea caro y algo difícil de encontrar en áreas no productoras.
Hay dos variedades principales de jaca. La jaca blanda, de frutos más pequeños, con carpelos pequeños, pulpa dulce, suave, delicada e ideal para ser consumida in natura; y la jaca dura, de frutos grandes, con bagos firmes, no tan dulces, casi crujientes, pero igualmente deliciosos. También está la jaca mantequilla, que tiene una consistencia intermedia y también es dulce.
En el paisajismo, la jaca se destaca tanto por ser un árbol imponente como por los curiosos frutos que brotan directamente del tronco. Sin embargo, es importante planificar su uso para que esté al alcance de la vista, pero lejos de paseos, caminos, casas, áreas de acceso y estacionamientos de automóviles, ya que la caída de los pesados frutos puede provocar accidentes graves y pérdidas materiales importantes.
La jaca necesita podas de limpieza solamente, manteniendo el interior de la planta libre de ramas débiles, muertas o enfermas y así garantizando una buena iluminación de la copa. Por su hermoso follaje, las plantas jóvenes pueden ser plantadas en macetas y cultivadas en patios, terrazas y trasladadas a interiores durante la estación fría. Sin embargo, con el tiempo, es necesario plantarlas directamente en el suelo para que se desarrollen plenamente.
Es una especie interesante para tener en el huerto doméstico, ya que sus frutos sabrosos y aromáticos pueden ser consumidos de muchas formas diferentes. El fruto aún verde sirve como vegetal, pudiendo ser aprovechado en cocidos diversos. Es especialmente interesante en la sustitución de carne de pollo o cerdo, en la dieta vegetariana, por su parecido tanto en sabor como en textura y así componer una infinidad de preparaciones.
La jaca madura se consume natural o en forma de licores, mermeladas, etc. Se dice que su sabor es tropical y el aroma, percibido a distancia, recuerda al piña, manzana, mango y plátano. La pulpa es fibrosa, pegajosa y rica en almidón, además de vitaminas y minerales. Incluso las semillas, después de cocidas o tostadas, son comestibles, con un sabor que recuerda a las castañas.
La madera de el árbol de jaca es de buena calidad y resistente a termitas, siendo aprovechada en la fabricación de muebles, instrumentos musicales y barcos, principalmente en Asia, donde su uso es muy tradicional.
Debe ser cultivada inicialmente bajo media sombra, y gradualmente ir recibiendo más sol. Aprecia la alta humedad del aire y un buen régimen de lluvias, típicos de los trópicos, para un buen desarrollo y producción. Sin embargo, es posible cultivarla en clima semiárido, siempre que se provea de riego. Es capaz de crecer también en clima subtropical, pero necesita ser protegida de las heladas, especialmente en los primeros años. Aun así, difícilmente alcanzará un gran tamaño y elevada productividad en comparación con las plantas que crecen en clima tropical.
Fertilícese anualmente con abonos propios para árboles frutales. Se multiplica por semillas, frescas, con un máximo de un mes después de la cosecha, despolpadas y puestas a germinar en sustrato mantenido húmedo. La germinación puede tardar de 3 semanas a 2 meses para completarse. Trasplante las pequeñas plántulas a bolsas individuales cuando tengan cuatro hojas completas. También permite la multiplicación por acodo aéreo.
