El ginkgo (Ginkgo biloba), también conocido como Árbol de los cuarenta escudos, es un árbol perenne, dióico (sexos separados) y caducifolio, es decir, pierde sus hojas durante el invierno, con reconocido valor ornamental y medicinal. Es originario de China y se considera un fósil viviente, ya que existía hace 200 millones de años. En Japón, es una de las pocas especies que sobrevivieron a la radiación de Hiroshima.
Por esta razón, también es un símbolo de paz y longevidad en Oriente. Su tronco puede alcanzar un diámetro de entre 60 y 150 cm. La altura de este árbol puede llegar hasta 50 metros. Sin embargo, los individuos masculinos tienden a ser más altos, mientras que las hembras tienen una ramificación más abierta.
Las hojas son muy características, compuestas por dos lóbulos, con pecíolos largos y nervaduras bifurcadas. Esta forma de las hojas recuerda curiosamente a un abanico, accesorio muy característico de la cultura oriental. El color del follaje encanta tanto con su verde brillante en verano, como con el dorado en otoño.
Su fruto, sin embargo, exhala un olor desagradable cuando madura y no es comestible. Tiene el tamaño de una ciruela y su forma es redondeada, de color amarillo. Para que los frutos produzcan semillas fértiles es fundamental que los árboles femeninos se cultiven cerca de los árboles masculinos.
El Ginkgo es un árbol peculiar para tener en el jardín, trayendo todo el misticismo de la cultura oriental, además de marcar las diferencias entre las estaciones, haciendo el paisajismo aún más interesante. Su porte grande requiere grandes espacios, preferentemente lejos de construcciones, como amplios jardines residenciales, parques y haciendas.
Puede ser plantado solo, en grupos o en hileras, por lo que también se recomienda su plantación en la arborización urbana, siendo una excelente opción para crear alamedas. A principios de invierno, cuando las hojas comienzan a caer, forman una hermosa alfombra dorada a su alrededor. Ofrece un contraste atractivo cuando se dispone cerca de árboles con copa densa y colores oscuros, ya que es un árbol de color claro y aspecto elegante. Considere los frutos malolientes de los árboles femeninos, y evite cultivarlos muy cerca de las residencias.
Inicialmente puede ser cultivado en macetas y luego, replantado directamente en el suelo o podado para mantener un tamaño pequeño. De esta manera, puede ser conducido en ambientes internos, donde tiene efecto decorativo, así como también descontaminante. Es una especie de crecimiento lento, pero de gran longevidad, pudiendo vivir más de 1.000 años.
Su mantenimiento implica la poda de limpieza a principios de primavera, que tiene como objetivo promover un crecimiento saludable de la especie. Por lo tanto, al realizar la poda es necesario tener cuidado para no deformar el crecimiento piramidal de este árbol único. A pesar de que los frutos tienen un aroma desagradable, las semillas del ginkgo son com estibles y se han utilizado durante cientos de años en Oriente. Se sirven en ceremonias de té, en forma de dulces y postres, con sake, así como se han convertido en ingrediente de conservas tipo encurtidos.
El Ginkgo debe ser cultivado bajo media sombra o sol pleno. Prefiere ambientes frescos, con buena cobertura vegetal en su base. El suelo ideal es ligeramente alcalino, tiende a ser más arenoso, rico en materia orgánica y bien drenado. Es una especie que se adapta a áreas urbanas, siendo resistente a heladas, frío y contaminación. Es una especie cosmopolita, es decir, crece en jardines de todo el mundo, adaptándose a diferentes climas, pero prefiriendo el subtropical a templado.
El riego debe ocurrir diariamente cuando el árbol es joven, y en la fase adulta debe realizarse solo en períodos de sequía. En cuanto al replanteo o trasplante, esto debe ocurrir durante el invierno o el período de lluvias. El ginkgo puede ser multiplicado por medio de esquejes, injertos o mediante la plantación de semillas fértiles (originadas solo de frutos polinizados).
Las semillas presentan latencia, y deben ser estratificadas para una buena germinación. Así, recolecte los frutos maduros a mediados de otoño, retire toda la pulpa y colóquelas en arena húmeda durante 2 meses y medio, a una temperatura templada (15 a 21ºC). Luego sigue la estratificación por otros 2 a 3 meses a 4ºC, para un buen desarrollo del embrión antes de la siembra.
