La Gaura (Gaura lindheimeri) es una planta herbácea, rizomatosa y muy florífera, originaria de los estados de Luisiana y Texas, en los Estados Unidos. Forma matas de ramas dispersas y redondeadas, de 50 a 150 cm de altura, con aproximadamente 100 cm de diámetro. Las cañas son erectas, delgadas como alambre, ramificadas, peludas, y surgen de un rizoma subterráneo. Sus hojas son lanceoladas, simples, alternas, peludas, con márgenes dentados, de color verde a ligeramente azulado en la especie típica. Inicia la floración en primavera y permanece florida hasta mediados del otoño. Las inflorescencias despuntan por encima de la follaje, en racimos erectos, con flores que se abren desde la base hacia el ápice.
Cada flor tiene cuatro pétalas, dispuestas de forma opuesta, y largos estambres, dando al conjunto un curioso aspecto de mariposa. Hay muchas cultivares de gaura, con plantas de diferentes tamaños, más o menos floríferas, con hojas variegadas o bronceadas, y con flores que van desde el blanco puro hasta el rosa muy oscuro y cerrado. Algunas variedades aún amanecen con flores blancas, y al anochecer sus flores se vuelven rosadas. Entre las cultivares podemos citar ‘Whirling Butterflies’, ‘Cherry Brandy’, ‘Siskiyou Pink’, ‘Pretty in Pink’, ‘Corrie’s Gold’, ‘Passionate Rainbow’ y ‘Pink Cloud’.
Utilice la gaura en macetas y jardineras, así como en bordes, masas y conjuntos con otras especies. Su textura abierta, informal y delicada y la profusión de flores la convierten en una especie interesante para jardines de tipo inglés, cottage, contemporáneos y rocosos, e incluso en los clásicos franceses e italianos, como compañera de las rosas, en los lechos delimitados. Tiene el poder de suavizar líneas duras y confiere una atmósfera a la vez romántica y campestre al jardín.
Además, la gaura requiere poca mantenimiento, que se resume en fertilizaciones y dos podas anuales. Una más ligera a mediados del verano, para estimular el engrosamiento y renovar la floración, y otra al final del invierno, más intensa, de limpieza y rejuvenecimiento. Sin embargo, hay que tener cuidado de no podar drásticamente la gaura, bajo pena de matar las ramas; lo ideal es podar a la mitad de la altura.
Debe ser cultivada preferentemente a pleno sol, en suelo drenable, enriquecido con materia orgánica e irrigado regularmente. Después de bien establecida, la gaura es capaz de tolerar la sequía. Aunque prefiere el sol, se puede llevar a cabo a media sombra, siendo así un poco menos florífera. La gaura aprecia el clima subtropical y el tropical de altitud. Tema el exceso de humedad, principalmente en invierno, volviéndose susceptible a enfermedades fúngicas. En países de clima templado, sujetos a frío intenso y nieves, la gaura se utiliza como anual. Se multiplica en primavera, por semillas o por división de las matas. Durante el crecimiento de las plántulas, realice el pellizco (poda de los brotes apicales), para estimular la ramificación y obtener una planta más densa.