El Philodendron mamei, a diferencia de la gran mayoría de los filodendros, es una especie predominantemente rastrera y que puede convertirse eventualmente en una epífita, escalando sobre árboles. Es originaria de las selvas de Ecuador, en América del Sur, donde crece a altitudes entre 731 y 1.830 metros entre la selva amazónica y los Andes. Se volvió popular con el movimiento Urban Jungle, de cultivo de plantas en el interior de las casas, que atrae a muchos seguidores. El Philodendron mamei se caracteriza por un tallo postrado, corto (de 20 centímetros a 1 metro), herbáceo y grandes hojas coriáceas, en forma de corazón, de color verde oscuro, con manchas grisáceas y venas marcadas en relieve, que le dan un aspecto surcado a la hoja. La inflorescencia es del tipo espádice, con una espata blanca teñida de color vino. Los frutos que siguen a la polinización son pequeñas bayas blancas.
El Philodendron mamei es una planta de interior por excelencia. Sus hermosas hojas plateadas forman un conjunto perfecto para ser admirado en bonitas macetas, sobre mesas, aparadores y estanterías en salas de estar, oficinas, habitaciones y donde haya abundante luz natural. En el jardín, formará un forraje de textura gruesa muy tropical, siempre protegido por el dosel de los árboles. Su crecimiento es lento y requiere muy poca atención, que consiste en el trasplante cada dos años, fertilización suave y orgánica, y riego adicional. En interiores, se recomienda limpiar las hojas periódicamente.
Debe ser cultivado en una abundante luz difusa o sombra clara, como la proporcionada por una ventana con una cortina translúcida de voile. El sustrato para este filodendro debe ser ligero, drenable y fibroso, para una buena retención de humedad. Mezclas adecuadas para anturios con materiales como fibra de coco, sphagnum, compuesto orgánico, corteza de pino, turba y perlita funcionarán bien.
Mantenga el sustrato húmedo sin empapar, evitando así la putrefacción del sistema de raíces. No espere a que el sustrato se seque entre riegos. No tolera vientos fuertes, heladas o frío intenso. Aprecia temperaturas por encima de 20ºC y una alta humedad relativa del aire (por encima del 70%). En interiores, suplemente la humedad rociando la planta dos veces al día con agua o utilizando un humidificador eléctrico. A pesar de ser una planta rastrera, se puede entrenar para comportarse como trepadora, siempre que se le ofrezca el soporte adecuado y el tutorado. Se multiplica por estacas de tallos y por acodos aéreos.