La feijoa (Acca sellowiana) es un arbusto o pequeño árbol frutal, perennifolio, nativo de las regiones de tierras altas del sur de Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay. Es una Myrtaceae, al igual que la pitanga, jabuticaba y guayaba. Es conocida por sus frutos aromáticos y sabrosos, y es muy consumida en Europa, Estados Unidos y Oceanía, especialmente en Nueva Zelanda, su principal productor y mercado consumidor.
En America del Sur aún es poco conocida y rara. Se atribuye esto al hecho de ser una planta aún poco domesticada y sus frutos son bastante perecederos después de la cosecha, no resistiendo más de dos semanas. Hay alrededor de 4 cultivares mejorados en Brasil, producidos por EPAGRI, de Santa Catarina. Mientras que Nueva Zelanda está mucho más avanzada, con más de 30 cultivares productivos, y muchos otros en desarrollo.
Presenta un tronco ramificado, con corteza gris, y alcanza de 2 a 5 metros de altura. La copa es densa, con hojas opuestas, elípticas y coriáceas, con pecíolos cortos. La página superior de las hojas es verde, mientras que la inferior es pálida, plateada. Florece en verano, despuntando hermosas flores de pétalos carnosos y largos estambres rojos, en grupos. Las flores pueden surgir solitarias o en racimos.
Los frutos maduran en otoño y son elipsoides, jugosos, con pulpa gelatinosa, translúcida y brillante en el centro y granulosa, blanca y opaca cerca de la cáscara. La cáscara es verde, independientemente de si la fruta está madura o no. Los frutos maduros caen al suelo. Para saber el punto exacto de la cosecha, se debe pasar diariamente, verificando si la fruta está ligeramente más blanda y se suelta fácilmente de la rama. La pulpa es dulce y ácida, con un perfume encantador. Se dice que recuerda a la guayaba, la piña y la fresa, en sabor.
Cada fruto contiene de 40 a 100 semillas blancas y duras, similares a las semillas de guayaba. Tanto las flores como los frutos son ávidamente comidos por las aves silvestres. La polinización se realiza por abejas y aves. A pesar de ser autopolinizante y capaz de producir frutas solo, la feijoa ve su productividad considerablemente aumentada si están disponibles otros individuos cercanos, para la polinización cruzada.
Los pétalos de las flores de la feijoa son dulces y comestibles también, siendo utilizados en ensaladas y para adornar platos. El fruto se consume cocido o más frecuentemente in natura, simplemente partido por la mitad y comido con cuchara, como un delicioso postre. Con él se pueden preparar jugos, batidos, mousses, mermeladas, compotas, helados, licores y una infinidad de preparaciones culinarias.
Los frutos maduros se conservan en el refrigerador, pero por poco tiempo, y su pulpa puede ser congelada. Investigaciones en varios países señalan a la feijoa como una «superfruta», un alimento con propiedades importantes, por su contenido de vitaminas, minerales y sustancias antioxidantes.
La feijoa se destaca en el paisajismo principalmente por sus hermosas y delicadas flores. Puede utilizarse aislada, en grupos y hasta en filas, formando buenas cercas vivas. Admite podas de formación, que dejan la copa más densa, aunque perjudique la producción de frutos. Para estimular la producción de frutos, conviene dejar la copa limpia y aireada. Es ideal también para cultivar en macetas, adornando patios, balcones, entre otros espacios pavimentados al aire libre.
Debe cultivarse bajo sol pleno o media sombra, en suelo fértil, profundo, enriquecido con materia orgánica e irrigado durante el primer año de implantación. Una vez bien establecida, la feijoa tolera períodos cortos de sequía, sin embargo, para una mayor producción de frutos, no debe faltar agua durante la floración y fructificación. Prefiere el clima subtropical, con al menos 50 horas de frío para una producción de frutos satisfactoria. Tolerante a las heladas, sufriendo solo daños leves en caso de heladas fuera de temporada.
La feijoa teme al viento intenso. Se multiplica por semillas, esquejes y injertos. Las semillas germinan en 40 a 90 días después de la siembra. Trasplantar plántulas con 40 cm o más, en días nublados. La producción comienza entre 4 a 9 años después de la siembra, dependiendo del origen de las plántulas, del cultivar elegido y de la adaptación al ambiente, entre otros factores.