El Crino Americano (Crinum americanum) es una especie bulbosa y florífera, originaria de regiones pantanosas en el suroeste de los Estados Unidos, México y América Central. Crece a partir de bulbos robustos, interconectados por un fuerte rizoma, formando así grandes matas. De cada bulbo emerge un conjunto de hojas anchas, carnosas y largas como cintas, de color verde oscuro.
Florece a lo largo del año, pero con mayor intensidad en primavera, verano y otoño, mostrando una inflorescencia alta, del tipo umbela, por encima del follaje, sostenida por un fuerte tallo. En la cima de la inflorescencia, se organizan de dos a siete flores, como en un ramo. Son de color blanco a ligeramente rosado, con pétalos largos y delgados recurvados y estambres color rosa que dan al conjunto la forma de una estrella. Las flores son delicadamente perfumadas y atraen a los colibríes.
Si se planta el crino americano en el jardín, es importante ofrecerle bastante espacio, ya que es una planta que tiende a formar grandes masas. Es ideal para aquellas regiones bajas del terreno, de difícil drenaje, y especialmente para el borde de lagos ornamentales, donde encuentra su ambiente ideal.
También puede utilizarse como borde, preferiblemente en un espacio delimitado para contener su crecimiento. Se adapta a diferentes condiciones de luminosidad, floreciendo incluso en corredores oscuros y jardines de invierno. También puede plantarse en macetas y jardineras.
Debe cultivarse bajo sol pleno, media sombra o luz indirecta, en suelo rico en materia orgánica y mantenido húmedo o incluso bajo una estrecha columna de agua. Por ser originaria de regiones pantanosas y anegadas, este crino aprecia suelos saturados, desarrollándose mejor en estas condiciones. Bajo intenso frío invernal puede tener sus hojas dañadas, pero rebrota con vigor en la siguiente primavera.
Tolera condiciones de baja luminosidad, lo que la convierte en una buena elección para interiores. Aprecia el calor y la humedad tropicales. A diferencia de muchas plantas bulbosas, esta especie no tolera la remoción de los bulbos en invierno, pues se resiente cuando sus raíces son dañadas, pudiendo dejar de florecer por cerca de dos años hasta adaptarse nuevamente. Fertilice bimestralmente en primavera, verano y otoño. Tras la última helada, corte las hojas dañadas para renovar el follaje de la planta. Se multiplica por división de las matas o bulbos.