El Collar de Rubí, conocido científicamente como Crassothonna capensis (anteriormente denominado Othonna capensis), es una planta suculenta colgante que fascina por su única belleza y fácil cultivo. Endémica de Sudáfrica, específicamente de las regiones áridas del Cabo Oriental, incluyendo el área de Little Karoo y las proximidades de la costa hasta cerca de Uitenhage. La especie se ha adaptado a vivir en altitudes que varían de 20 a 1220 metros sobre el nivel del mar. Su hábitat natural se caracteriza por llanuras rocosas y secas, donde la planta se beneficia de la protección parcial ofrecida por la vegetación arbustiva y las rocas circundantes.
El nombre del género puede dividirse en dos partes: el prefijo «Crasso-» deriva del latín «crassus«, que significa «grueso» o «gordo», aludiendo a la naturaleza suculenta de las hojas de la planta. «thonna» es una referencia al género original, Othonna, al cual la planta fue previamente atribuida. El nombre Othonna proviene del griego antiguo ὄθοννα y del latín othone, y significa «tela de lino», en referencia al aspecto peludo de algunas de las especies dentro de este género.
El epíteto específico «capensis» indica el origen geográfico de la planta, derivado de la región de la Provincia del Cabo, en Sudáfrica. El cambio de género de Othonna a Crassothonna fue propuesto por Nordenstam et al., basado en estudios filogenéticos que resaltaron diferencias significativas entre Crassothonna capensis y otras especies dentro del género Othonna.
De crecimiento rastrero o procumbente, los tallos del collar de rubí se caracterizan por su coloración púrpura rojiza, especialmente cuando están expuestos a luz directa del sol. Sus ramas son flexibles, altamente ramificadas, volviéndose leñosas en la base, especialmente en las plantas más viejas. Tienen la capacidad de enraizar en los nudos, emitiendo raíces adventicias, lo que facilita la propagación vegetativa de la planta y su fijación. La textura de las ramas es glabra, y la ramificación abundante soporta la formación de una cobertura densa cuando se cultiva como cobertura.
Las hojas del collar de rubí son un verdadero espectáculo visual. De forma cilíndrica y color verde-azulado, se asemejan a pequeños pepinos. Estas hojas suculentas se disponen alternadamente a lo largo de los tallos, pudiendo adquirir tonalidades rojizas cuando se exponen al sol pleno, lo que le valió el nombre de collar de rubí. La textura es suculenta, contribuyendo a la capacidad de la planta de retener agua, una característica vital para la supervivencia en su hábitat natural árido. Las hojas miden aproximadamente 1 a 2 cm de longitud y son ligeramente surcadas, con un ápice que se torna rojo en condiciones de sequía.
Como si no bastaran las curiosas hojas gorditas, las flores del collar de rubí son bastante atractivas. Surgen profusamente, principalmente de primavera a otoño, en regiones templadas, pero puede florecer casi todo el año en climas más tropicales a subtropicales. Las inflorescencias son del tipo capítulo, y aparecen solitarias o en pares, con flores que se abren únicamente bajo la luz del sol. Son amarillas y se asemejan a margaritas, surgiendo en la cima de tallos delgados que se elevan ligeramente por encima del follaje. Estas flores contrastan de manera encantadora con la coloración de las hojas y los tallos, proporcionando un espectáculo visual cuando están en floración.
Además, las flores son bastante atractivas para abejas y otros polinizadores. Tras la floración, las flores se transforman en pequeños «tufos» blancos, que albergan las semillas listas para ser dispersadas. Los frutos que siguen son del tipo aquenio, y pueden ser glabros o ligeramente peludos. Estos frutos son típicos de la familia Asteraceae, adaptados para la dispersión por el viento, lo que facilita la propagación natural de la especie.
La Crassothonna capensis es altamente valorada por su capacidad de añadir textura, color y forma únicas a los espacios. Ya sea en macetas, jardines rocosos, parterres de suculentas, borduras o como cobertura, el collar de rubí ofrece una apariencia exuberante, lúdica y colorida que pocas plantas pueden igualar. Además, su naturaleza resistente a la sequía la hace ideal para el xeriscaping, un enfoque de paisajismo que busca el bajo consumo de agua.
En jardines rocosos y parterres de suculentas, la Crassothonna capensis brilla con sus hojas suculentas, verde-jade, que se tornan teñidas de rojo bajo condiciones de estrés, creando un contraste visual impresionante. Las flores amarillas, similares a margaritas, que brotan en tallos esbeltos, añaden un toque de color, atrayendo polinizadores y añadiendo interés al jardín.
El collar de rubí también es excepcionalmente eficaz como cobertura, aunque aún poco utilizada para este fin, formando una alfombra densa y colorida que suprime las malas hierbas, reduce la erosión del suelo y minimiza la necesidad de mantenimiento. Su capacidad de esparcirse rápidamente y formar una cobertura compacta la convierte en una elección singular para llenar espacios vacíos en el jardín, ofreciendo una solución tanto práctica como bella en áreas libres de tráfico o pisoteo.
La Crassothonna capensis es también una candidata ideal para terrarios y jardines verticales, donde su hábito colgante y hojas coloridas pueden ser exhibidos de manera cercana al ojo de los espectadores. Y para los adeptos del Urban Jungle, que no prescinden de plantas en la decoración de interiores, incluso en espacios limitados, el collar de rubí es una elección acertada. Cuando se cultiva en macetas o jardineras, esta planta se adapta bien al ambiente doméstico, que generalmente tiene baja humedad, siempre que reciba luminosidad adecuada. Su naturaleza colgante la hace una elección perfecta para cestas y jardineras suspendidas, donde las cascadas de hojas suculentas y flores pueden ser apreciadas.
El collar de rubí prospera bajo pleno sol o media sombra. Una exposición solar directa es crucial para quienes desean obtener e intensificar la coloración púrpura de su tallo y hojas, aunque es importante proteger la planta con una malla de sombreo en las horas más calurosas del día, especialmente en clima tropical, para evitar quemaduras. En ambientes internos, debe ser posicionada cerca de ventanas que ofrezcan luz abundante, preferentemente orientadas hacia el norte, este u oeste.
Prefiere suelos bien drenados y neutros, siendo tolerante a suelos pobres. Un sustrato comercial propio para el cultivo de cactos y suculentas, disponible en el mercado, o una combinación casera de tierra vegetal de buena calidad y arena gruesa en partes iguales, proporciona la drenaje necesario. La adición de humus de lombriz, tortas vegetales o bokashi debe ser mínima, ya que estos materiales tienden a reducir la porosidad del sustrato y elevar mucho su fertilidad, lo cual no es deseable para esta especie.
Al elegir sus recipientes, prefiera macetas bajas y anchas, a las altas y profundas, para favorecer el drenaje. Por las mismas razones, verifique y mejore la perforación de las macetas si es necesario, y evite el uso de platillo debajo de las mismas. Es crucial evitar el encharcamiento, pues el exceso de humedad puede llevar a la pudrición de las raíces.
Durante la primavera y el otoño, los riegos deben ser moderados, permitiendo que el suelo se seque completamente entre riegos. En invierno y en el apogeo del verano, se recomienda reducir significativamente la frecuencia de riegos. La planta demuestra una notable resistencia a la sequía, adaptándose bien a períodos de baja humedad. Sus hojas gorditas pierden la turgencia cuando están deshidratadas, volviéndose suaves al tacto e incluso marchitas cuando están sedientas al extremo.
Tenga en cuenta que el período de dormancia del collar de rubí es en el apogeo del verano, cuando hace mucho calor y la intensidad lumínica es bastante alta. La dormancia, sin embargo, se manifiesta más en climas con estaciones bien marcadas, y es reducida o pasa desapercibida en climas cálidos o templados durante todo el año.
El collar de rubí es resistente a una amplia gama de temperaturas, pero prefiere condiciones más cálidas. Es capaz de soportar temperaturas frías hasta aproximadamente -12°C, siempre que esté protegida de la humedad excesiva. En regiones con inviernos rigurosos, es aconsejable cultivarla en macetas que puedan ser llevadas a interiores protegidos o invernaderos. Para mantener una apariencia bonita y saludable, retire regularmente las flores secas y realice podas ocasionales para controlar el crecimiento y mejorar la aireación, evitando la proliferación de plagas. Una fertilización ligera y completa, con fertilizantes líquidos propios para suculentas, o incluso abonos de liberación lenta, favorece su crecimiento, floración y colores vibrantes. El collar de rubí tolera la proximidad con regiones costeras y la salinidad de las brisas marinas, siempre que no sea muy intensa.
Observar atentamente y con regularidad su collar de rubí es necesario para prevenir ataques de plagas como cochinillas, que pueden aprovecharse de ramas excesivamente densas. La prevención pasa por mantener la planta saludable, con las prácticas de cultivo correctas, y por inspecciones regulares, removiendo manualmente las plagas o utilizando insecticidas, como el alcohol isopropílico, cuando sea necesario. La aplicación de tierra de diatomeas tanto en las hojas como en el sustrato favorece el fortalecimiento de la planta y previene la aparición de plagas.
La multiplicación del collar de rubí puede realizarse por semillas, esquejes o acodo. La estaquilla de ramas saludables es el método más fácil, siendo idealmente realizada al inicio de la primavera. Cortes de tallos saludables pueden ser preparados, dejándolos secar por uno o dos días a la sombra para cicatrizar el corte y prevenir infecciones. Posteriormente, los tallos pueden ser plantados en sustrato propio para germinación, manteniendo la humedad constante hasta que nuevas raíces se formen. Para ello, basta con recostar los tallos sobre el sustrato y pulverizar diariamente con agua. La propagación por esquejes es rápida, permitiendo que nuevas plantas se desarrollen en pocas semanas.