La calibrachoa (Calibrachoa x hybrida) es una planta herbácea y florífera, originaria de América del Sur y que a pesar de ser perenne, tiene una vida breve. Es muy similar a la Petunia (Petunia x hybrida), siendo pariente de esta otra especie y originaria del mismo hábitat.
A menudo, tantas similitudes generan confusión en su identificación. Sin embargo, recientemente se ha elucidado científicamente que estas dos especies se diferencian por el número de cromosomas y mecanismos reproductivos. El cruce entre las dos especies es posible, generando el género híbrido Petchoa, muy vigoroso y con flores grandes.
De ramaje denso y ramificado, que se extiende y es a menudo pendiente, la calibrachoa forma un pequeño arbusto de aspecto redondeado y bajo que generalmente no supera los 30 centímetros de altura, pero dependiendo de la cultivar puede formar arbustos de hasta 50 centímetros. Sus hojas son enteras, simples, elípticas a espatuladas, pubescentes y de color verde. Las flores tienen forma de trompeta o campana, como las petunias, pero más pequeñas.
Vienen en una enorme gama de colores y combinaciones, de degradados, a rayadas y salpicadas, según la cultivar. También pueden ser simples o dobles. Las flores son bastante atractivas para abejas y colibríes. Los frutos que se forman tras la polinización son del tipo cápsula, con semillas diminutas. Son raros en las plantas híbridas, y más comunes en las especies nativas.
La calibrachoa se ha vuelto cada vez más popular, principalmente tras la creación de los híbridos «Million Bells«, en Estados Unidos, que elevaron el estatus de la planta y tienen éxito en los Garden Centers de todo el mundo. Son plantas maravillosas para plantar en macetas, jardineras y principalmente en cestas colgantes.
Pueden utilizarse en macizos o borduras, en cultivos de colores sólidos, mezclados o incluso en conjuntos con otras plantas, siempre con un efecto muy vistoso y colorido. El efecto de «cascada» que produce la hace una excelente elección de especie para ser admirada a la altura de los ojos, como en el coronamiento de muros y taludes, por ejemplo.
Su crecimiento es rápido y el mantenimiento consiste en pellizcar los extremos durante el crecimiento para densificar la planta, además de una poda para la remoción de flores viejas al final del verano, estimulando así una nueva floración. Si se maneja bien puede florecer desde la primavera hasta el otoño.
Debe cultivarse bajo sol pleno o media sombra, en suelo fértil, bien drenable, enriquecido con compost orgánico y regado regularmente, permitiendo que el suelo se seque superficialmente entre riegos. Tolera heladas leves, cortos períodos de sequía y calor. A pesar de ser perenne, generalmente se cultiva como anual o bianual, ya que pierde belleza y vigor con el tiempo, necesitando replantío.
Necesita buenas cantidades de fertilizantes, siendo recomendable mezclar abonos orgánicos con fertilizantes de liberación lenta y algún fertilizante líquido durante el período de crecimiento y floración, sin excesos, pero con suministro constante. Se multiplica por esquejes de extremos y semillas, puestas a germinar o enraizar en otoño, y que permanecen en invernaderos durante el invierno, para iniciar la floración ya en primavera.