El baobab (Adansonia digitata) es un árbol majestuoso, caducifolio y de gran porte, que puede alcanzar fácilmente 25 metros de altura y 6 metros de diámetro. Es originario del África Central, desde el sur del Sahara hasta el norte de la región de Transvaal en Sudáfrica, pero actualmente se encuentra difundido en todo el mundo, en diferentes regiones tropicales.
Su tronco es cilíndrico, calibroso y de interior esponjoso, que sirve como una importante reserva de agua, capaz de almacenar miles de litros. Muy ramificado, presenta ramas cerca de la base o solo en la parte alta. Una impresión común que este árbol transmite, especialmente cuando está desprovisto de hojas, es que fue plantado «cabeza abajo», ya que su intrincada ramificación recuerda al sistema radicular. Las hojas aparecen tarde en la primavera, y son palmadas, divididas en cinco a siete foliolos elípticos. En invierno, el árbol se despoja completamente de sus hojas.
Sus flores son grandes, pendientes, bellísimas, de color blanco, con pétalos recurvados y numerosos estambres. Al florecer tienen un perfume dulce, pero con el tiempo adquieren un mal olor peculiar, que recuerda a la carroña. Duran de uno a dos días y son polinizadas por murciélagos frugívoros. Los frutos que siguen, conocidos como Mukua, son ovales, con cáscara marrón, recubiertos por una fina capa de pelos. Su pulpa es pastosa cuando está húmeda y pulverulenta después de secarse, de color blanco marfil. Es dulce, comestible, nutritiva y contiene las semillas, pardas y reniformes.
Es una especie rodeada de muchas leyendas y posee un intenso significado religioso, siendo prohibido su corte dentro de la cultura y religión del candomblé, entre otras religiones africanas. Es también un árbol de extrema versatilidad. Puede servir como reserva de agua, alimento (frutos y hojas), medicinal, melífera y hasta como refugio. En África pueden encontrarse baobabs sirviendo como vivienda, santuario, bar, baño, prisión y hasta como parada de autobús.
Su crecimiento es lento y es muy longevo, pero su uso paisajístico es gratificante por ser una planta de gran impacto visual. Es ideal para plantaciones en lugares amplios, como haciendas y parques públicos, donde su tronco escultural y raíces aparentes puedan desarrollarse sin causar daños a las construcciones o tuberías enterradas.
Debe cultivarse bajo sol pleno, en suelo bien drenado, preferentemente enriquecido con materia orgánica y fértil, aunque puede desarrollarse bien incluso en suelos pobres. Propia de regiones semiáridas y costeras, tolera bien la salinidad y, una vez bien establecida, resiste a la sequía. Increíblemente, también es resistente al fuego, sobreviviendo incluso cuando su interior es destruido por las llamas. Se multiplica por semillas.