El Árbol de los dedos (Euphorbia tirucalli) es un arbusto o arbolito, leñoso, de savia tóxica y aspecto único y decorativo. Su tallo es erecto y ramificado, de textura suculenta cuando joven, pero que se va lignificando poco a poco. Las ramas son cilíndricas y verdes, verticiladas y desempeñan el papel de la fotosíntesis de la planta. Generalmente son verdes, pero bajo un sol fuerte adquieren bellos tonos anaranjados y rojizos. Las hojas son escasas e incluso ausentes, diminutas, alternas, fugaces y surgen en las extremidades de las ramas jóvenes. Inflorescencias en cimas terminales, formando racimos apretados de ciatios sésiles. Las flores o ciatios son terminales, pequeñas y de poca importancia ornamental.
En el paisajismo, el Árbol de los dedos es una excelente elección para jardines de inspiración desértica o rocosos. Sirve como «fondo» para otras especies de suculentas y cactáceas, de formas y colores más llamativos. Además, permite podas de formación y se aprovecha como un eficiente seto vivo. También puede ser plantado en macetas y jardineras. Por tolerar la sal de las regiones costeras, es una opción interesante para el jardín playero. Curiosidad: El químico Melvin Calvin demostró que es posible convertir la savia del Árbol de los dedos en gasolina de forma sencilla. Además, estimó que su rendimiento sería de 10 a 50 barriles de petróleo por hectárea. Actualmente, empresas petroleras como Petrobras invierten en la investigación sobre su cultivo y transformación química.
La savia lechosa del Árbol de los dedos es muy tóxica, al mismo tiempo que es considerada importante en la medicina tradicional de culturas de India, África, Indonesia, Malasia e incluso en Brasil. Se utiliza para tratar diversos males, desde verrugas, pasando por el cáncer e incluso el SIDA. Algunos importantes y respetados organismos de investigación ya han demostrado los beneficios del Árbol de los dedos en el tratamiento del cáncer. Sin embargo, aún no se conoce bien cuál es el mecanismo de acción de las sustancias terapéuticas de la planta. No utilice esta planta sin orientación médica.
Debe ser cultivada bajo pleno sol en diversos tipos de suelos, preferentemente drenables e irrigados de forma esparsa. Vegeta bien incluso en suelos pobres, pero la fertilización permitirá el crecimiento de una planta más vigorosa y hermosa. Tolerante a la sequía. No resiste el frío intenso o las heladas. Durante el invierno frío, reduzca los riegos. Se multiplica por esquejes de las ramas, puestos a enraizar en sustrato drenante todo el año. Es importante dejar que las ramas detengan la savia antes de la plantación.