Arazá

Eugenia stipitata

Raquel Patro

Actualizado el

El Arazá (Eugenia stipitata), o Guayaba Amazónica, es una planta arbustiva, nativa de la región amazónica, aún poco conocida en el mundo, pero con frutos sabrosos y alta productividad. De la misma familia de la jabuticaba y de la guayaba, el arazá es bastante ramificado y frondoso. Sus hojas son simples, opuestas, pecioladas, de forma elíptica a lanceolada, acuminadas y de color verde oscuro.

Las inflorescencias son del tipo tirso (racimo de cimas), presentando delicadas flores blancas, hermafroditas, con cuatro pétalos cada una y muchos estambres largos. Tras la polinización se forman los frutos, que son del tipo baya, globosos, de tamaño grande, jugosos, perfumados y ácidos, de cáscara fina y amarilla cuando madura. Cada fruto puede pesar de 200 a 400 gramos y contener de 4 a 12 semillas.

Los frutos del arazá tienen un aroma delicioso y son suaves, con una rica pulpa. Sin embargo, debido a la alta acidez de la fruta, no se consume mucho in natura. A pesar de esto, proporcionan deliciosos batidos y jugos, preparados con agua, leche o yogur y son muy buscados para la elaboración de jaleas, compotas, helados, mousses, paletas y postres en general. Por ser muy perecedero, es difícil transportar o almacenar el fruto fresco. Así, se convierte en una rareza en puntos de venta. Ya la pulpa congelada es un producto mucho más fácil de encontrar y un producto de exportación creciente.

La flor del arazá destacando los numerosos estambres. Foto de Reinaldo Aguilar

El arazá es un arbusto tropical perfecto para pequeños o grandes huertos domésticos. De bajo mantenimiento, el arazá produce cerca de 4 a 5 veces por año, si está en condiciones favorables. Es rústico y no requiere manejos especiales, pero es necesario recoger los frutos caídos para evitar la propagación y desarrollo de la mosca de la fruta, plaga a la cual es bastante susceptible. Por su pequeño tamaño también puede ser plantado en macetas y jardineras y así adaptarse a pequeños espacios urbanos.

Debe ser cultivado bajo sol pleno, en suelos preferentemente fértiles, profundos y bien drenados, irrigados regularmente en el primer año de implantación o en caso de sequía. A pesar de que fructifica mejor bajo estas condiciones, el arazá se desarrolla bien en suelos pobres y ácidos, siempre que no ocurra sequía prolongada. Aprecia el clima tropical húmedo y no tolera heladas o frío intenso, por debajo de -3°C. Sensible a la roya y antracnosis.

El Arazá se multiplica fácilmente por semillas, despolpadas y sometidas a la ruptura de dormancia con remoción parcial o total de la cáscara (tegumento), lo que les confiere mayor uniformidad y mejor tasa de germinación, acortando la emergencia de 3 a 4 meses a 50 días o menos. Las semillas deben ser puestas a germinar aún frescas, pues las semillas guardadas tienen su poder germinativo reducido y dormancia aumentada. Es muy precoz y fructifica poco después de uno a dos años de la plantación. Riegue la plántula en desarrollo y evite que la maleza crezca y la ahogue.

Acerca de Raquel Patro

Raquel Patro es paisajista y fundadora de Planterista.com. Desde 2006 desarrolla contenidos especializados en plantas y jardines, ya que cree que todo el mundo, ya sean aficionados o profesionales, debería tener acceso a contenidos de calidad. Como geek, le gustan los libros, la ciencia ficción y la tecnología.