El anacardo (Anacardium occidentale) es un árbol monoico, frutal, nativo de las regiones costeras del noreste brasileño, donde forma extensos bosques de anacardos. Actualmente, el anacardo también se desarrolla en el semiárido, en los valles y a lo largo de los ríos, principalmente en el norte y noreste de Brasil, así como en otros países tropicales y subtropicales, destacándose India, Tanzania, Mozambique y Vietnam, que están entre los mayores productores mundiales de nuez de anacardo.
El árbol del anacardo posee una copa amplia y extendida, con ramas muy ramificadas y tortuosas. El tronco presenta ritidoma grisáceo y fisurado en placas. De él se extrae una resina, similar a la goma arábiga, con varias aplicaciones industriales. Las hojas son grandes, glabras, coriáceas, obovadas, con venación bien marcada y color verde a ocasionalmente rosado, según la época del año en que aparecen. La inflorescencia es del tipo panícula, con pequeñas y delicadas flores rosadas a verdes. Las flores son perfumadas y atraen abejas, siendo excelentes para la producción de miel.
El fruto verdadero es gris, cuando madura, en forma de riñón y contiene una almendra grande, la nuez de anacardo, además de un líquido cáustico e inflamable, que se extrae industrialmente y tiene varias aplicaciones. El fruto es sostenido por un pedúnculo o pseudofruto, carnoso, jugoso, suave, piriforme, de sabor astringente y cáscara fina, delicada, de color amarillo, naranja o rojo.
El pseudofruto, conocido como cajuil o cajú, se consume ampliamente in natura, o en forma de jugos, vinos, licores, aguardientes, dulces, etc. El cajú es muy rico en vitamina C, superando a la naranja, y contiene cantidades considerables de vitamina A, así como sales minerales, fibras y otros nutrientes. Las nueces son un producto valioso y se exportan a todo el mundo, generalmente enteras, tostadas o fritas y saladas, como snack, pero también crudas o en forma de harinas, que se utilizan en la fabricación de dulces y platos típicos. Son ricas en aceites nutritivos y una importante fuente de proteínas vegetales, además de ser deliciosas.
El anacardo es un árbol excelente para el huerto doméstico y para uso paisajístico. Pueden plantarse en pequeños grupos, formando bosques frescos, o en líneas, así como planta aislada. Además de la copa amplia y frondosa, las ramas tortuosas son una belleza por sí mismas, aportando ese toque dramático, típico de las plantas del semiárido. También existe una variedad enana de la planta, desarrollada por Embrapa, de cajús rojos o amarillos, que no supera los 4 metros y puede cultivarse en macetas, adornando patios y jardines bien soleados. El anacardo es muy rústico y se adapta a diferentes situaciones, sin requerir manejos complicados ni podas especiales.
Debe cultivarse bajo pleno sol, en diversos tipos de suelo, pero preferentemente fértiles y con buen suministro de agua, aunque es bastante resistente a la sequía y se desarrolla en regiones semiáridas. Las mayores producciones y el mayor tamaño, sin embargo, se obtienen en suelos fértiles y profundos, bien regados. El anacardo también tolera el encharcamiento, siempre que no sea por tiempo prolongado. Es poco exigente en manejo, pero responde bien a la fertilización y al control de malas hierbas.
No tolera el frío intenso o las heladas. Se propaga por semillas, acodos y injertos, sembrados y trasplantados al inicio de la estación lluviosa. La germinación de las semillas puede ser lenta y desigual y las plántulas son sensibles al trasplante, siendo interesante sembrar directamente en el lugar definitivo. El inicio de la producción se produce alrededor de tres años después de la plantación.