El Áloe Candelabro (Aloe arborescens) es una planta suculenta muy versátil y popular, con aplicaciones medicinales, cosméticas y paisajísticas. Tiene un porte arbustivo, alcanzando una altura de 0,5 a 3 metros. El tallo es ramificado y con base leñosa. Las hojas están dispuestas en roseta y son largas, carnosas, de color verde azulado y con bordes dentados por espinas agudas. Al cortarse, las hojas revelan una savia transparente, similar a un gel. La floración del Áloe Candelabro ocurre en invierno, mostrando inflorescencias altas, erectas y muy vistosas. Las inflorescencias son del tipo racimo, con numerosas flores rojas, anaranjadas o amarillas, tubulares y muy atractivas para colibríes y abejas. Los frutos son del tipo cápsula.
No sorprende el hecho de que esta planta sea tan difundida y cultivada en todo el mundo, ya que, con tantas cualidades, era de esperarse que se hiciera popular. En el jardín, con sus hojas y formas decorativas, el Áloe Candelabro se presta para la formación de macizos densos, conjuntos con otras plantas o incluso en filas. Es especialmente indicada para jardines rocosos o áridos, en composiciones con cactus y otras suculentas, y para cercas vivas defensivas.
Esta suculenta también es esencial en el jardín de hierbas medicinales, pues es una opción eficiente y rápida para el tratamiento de quemaduras, irritaciones y abrasiones de la piel, sin considerar todas sus demás propiedades terapéuticas y cosméticas. Se considera tan rica en principios activos como su «prima» Aloe vera, la babosa medicinal. Su crecimiento es moderado a rápido y necesita de poco mantenimiento y cuidados, siendo una buena opción para jardineros principiantes. Precaución: el Áloe Candelabro puede ser alergénico para algunas personas y su ingestión no es recomendada sin supervisión médica.
El Áloe Candelabro debe ser cultivado bajo sol pleno o media sombra, en suelo bien drenado, ligero, enriquecido con materia orgánica e irrigado a intervalos regulares. Es extremadamente rústica y capaz de tolerar condiciones extremas como sequía, suelos infértiles, altitud elevada, frío, variaciones bruscas de temperatura y vientos. Se adapta a un amplio rango climático, desde regiones subtropicales hasta ecuatoriales. No resiste a heladas fuertes. Se multiplica por separación de las plántulas formadas alrededor de la planta madre, así como por esquejes de hojas o tallo y, más raramente, por semillas germinadas en primavera.