Caracol Africano

Raquel Patro

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El Caracol Africano (Achatina fulica) es una especie considerada plaga en varios países del mundo. Fue introducido ilegalmente con el objetivo de ofrecer un sustituto más interesante económicamente y de mayor peso que el caracol de verdad (Helix aspersa). En poco tiempo de cría se comprobó que el animal no tenía buena aceptación por el mercado consumidor, lo que provocó el abandono de la mayoría de los criadores, quienes se deshicieron de los animales de forma errónea: liberando los caracoles en jardines, bosques o simplemente arrojándolos a la basura.

Estos caracoles no encontraron depredadores naturales a su altura y se multiplicaron rápidamente, invadiendo diversos tipos de ecosistemas. Como son hermafroditas (poseen ambos sexos en un mismo animal) y realizan la autofecundación, basta solo un individuo para que la plaga se extienda, después de todo son alrededor de 400 huevos al año por caracol.

El caracol africano es un molusco grande y oscuro, con hasta 15 cm de longitud y 200 gramos de peso. Su concha es alargada y cónica, con manchas claras. No debe ser confundido con los otros moluscos. Los nativos caracoles (Megalobulimus sp), por ejemplo, tienen un importante papel ecológico, además de servir de alimento y como materia prima en la artesanía de los indígenas. Tienen el borde de la apertura de la concha grueso, mientras que el caracol africano tiene este borde cortante.

Los caracoles africanos son conocidos por ser hospedadores de dos especies de vermes que afectan a los seres humanos. La angiostrongiliasis meningoencefálica, causada por Angiostrongylus cantonensis, y la angiostrongiliasis abdominal, cuyo agente es Angiostrongylus costaricensis. A pesar de que la angiostrongiliasis abdominal es ocasionalmente diagnosticada, generalmente está relacionada con otros hospedadores, entre caracoles y babosas, que no incluyen al caracol africano. Sin embargo, estas enfermedades son buenos argumentos para que el control del caracol africano sea más efectivo.

La invasión del caracol africano es actualmente mucho más relevante en el aspecto ecológico que en el agrícola o sanitario. Este caracol está invadiendo ecosistemas y ocupando un lugar que no le corresponde. Reduciendo así la diversidad de especies. Además de devorar hojas, flores y frutos, causando un enorme daño en plantas de importancia agrícola, ornamental y ecológica, también es caníbal, alimentándose de huevos y jóvenes caracoles de su misma especie, como forma de obtener calcio para su concha en ambientes con escasez de este elemento.

Este caracol es resistente a períodos de sequía, además de ser bastante activo en invierno. Como otros caracoles, disfruta de la humedad y la sombra, desplazándose y alimentándose más por la noche y en días nublados y lluviosos. Es capaz de escalar muros y árboles, de esta forma pasando de un terreno a otro.

Al encontrarse con infestaciones de caracol africano, las personas piensan rápidamente en venenos para controlarlos. Desafortunadamente los caracoles y babosas en general son muy resistentes a los venenos y los únicos productos comerciales disponibles que se muestran un poco eficientes (metaldehídos), demuestran alta toxicidad para los seres humanos y otros animales, de forma que el uso de pesticidas no es el método de control actual más indicado para estos moluscos.

Las investigaciones de sustancias eficientes han resultado muy importantes en este sentido. La cafeína, por ejemplo, estudiada por los estadounidenses Robert Hollingsworth, Jonhn Armstrong y Earl Campbel presenta resultados interesantes. Así como el látex de la corona-de-cristo (Euphorbia splendens hislopii), que está siendo probado en la lucha contra el caracol-gigante-africano por el equipo coordinado por el investigador Maurício Vasconcellos.

El control del caracol africano consiste en la recolección y destrucción de los caracoles. Nunca los arroje a la basura, ya que estaría diseminando el problema. Tampoco coloque sal en los animales ya que así contaminará el suelo. Lo recomendado es lo siguiente:

  • Utilice guantes desechables para recoger y manejar los animales
  • Proteja la piel y las mucosas: no coma, fume o beba durante el manejo del caracol
  • Coloque los caracoles en dos bolsas plásticas y rompa sus conchas, pisándolos
  • Entrréelos en fosas con al menos 80 cm de profundidad, lejos de cisternas, pozos artesianos o del acuífero
  • Aplique cal viva sobre los caracoles rotos (cuidado, la cal quema la piel)
  • Cierre la fosa con tierra
  • Retire los guantes y lave muy bien las manos después de esto

También es posible utilizar cebos atrayentes, que facilitan la recolección. Papillas de salvado de trigo con cerveza atraen a los caracoles a metros de distancia. Cascos de frutas y verduras, estopas empapadas en cerveza o leche, así como simples pedazos podridos de madera que les sirven de refugio. Verifique los cebos diariamente y no olvide protegerlos de la lluvia y del sol.

Colóquelos en lugares húmedos y frescos. Preferentemente sobre la tierra. Mantener el jardín limpio de hojas muertas y frutos caídos también alejará a los bichos, y de esta forma estará previniendo otras enfermedades y plagas, como podredumbres de origen fúngico y bacteriano, moscas de la fruta, etc. No olvide: las plagas solo viven y se multiplican donde se les ofrece refugio, comida y agua.

*Editado: Como contribución al artículo, la lectora Eucinéia Antunes de Souza, de Magaratiba, Rio de Janeiro, relató que los caracoles africanos están siendo vorazmente predados por un zarigüeya en su propiedad. Es la naturaleza encontrando el camino para el control de esta plaga invasora.

Acerca de Raquel Patro

Raquel Patro es paisajista y fundadora de Planterista.com. Desde 2006 desarrolla contenidos especializados en plantas y jardines, ya que cree que todo el mundo, ya sean aficionados o profesionales, debería tener acceso a contenidos de calidad. Como geek, le gustan los libros, la ciencia ficción y la tecnología.