Jazmín de Carolina

Gelsemium sempervirens

Raquel Patro

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Jazmín de Carolina

El Jazmín de Carolina (Gelsemium sempervirens) es una enredadera leñosa y perenne, de floración ornamental destacada, ampliamente cultivada en jardines por la belleza y fragancia de sus flores amarillas. Su nombre botánico proviene del italiano «gelsomino», que significa jazmín, en alusión a la similitud floral con los verdaderos jazmines. El epíteto específico sempervirens viene del latín y significa «siempre verde», describiendo el carácter perennifolio de la planta. La especie es nativa de América Central y América del Norte, de países como Honduras, Guatemala, Belice, México y sureste de los Estados Unidos, donde ocurre naturalmente en bosques abiertos, lindes de bosques y regiones tropicales y subtropicales con buena humedad ambiental.

El Jazmín de Carolina es una enredadera leñosa de crecimiento vigoroso, voluble a escandente, capaz de alcanzar de 3 a 6 metros de altura cuando encuentra soporte adecuado, tales como árboles o estructuras. Si no hay soporte disponible, puede crecer como una cobertura de suelo densa, alcanzando cerca de 90 centímetros de altura y extendiéndose indefinidamente por medio de estolones. Sus tallos son delgados, flexibles y de coloración marrón-rojiza, mostrando una textura lisa. Los ramos jóvenes son verdes y se vuelven leñosos con la madurez.

Las hojas son simples, opuestas, con disposición cruzada a lo largo de los ramos. Presentan forma lanceolada, ápice acuminado, margen entero y base redondeada. Miden entre 5 a 10 centímetros de longitud y cerca de 1 a 1,5 centímetros de anchura. La textura es coriácea y la superficie superior exhibe una coloración verde oscura y un brillo destacado, mientras que la inferior es más clara y sin brillo. El follaje permanece denso a lo largo de todo el año, especialmente en climas templados, aunque en regiones de invierno riguroso puede presentar caída parcial.

La inflorescencia del Jazmín de Carolina se presenta en cimas, comúnmente mostrando de 1 a 8 flores por grupo. Las flores son hermafroditas, exhibiendo heterostilia, una característica en la que la disposición de los órganos reproductivos varía entre los individuos, fomentando la polinización cruzada. La floración ocurre predominantemente a finales del invierno y principios de la primavera, generalmente de febrero a abril, dependiendo de la ubicación geográfica.

Las flores son perfumadas, de color amarillo vibrante, con forma afunilada y midiendo cerca de 2,5 a 3 centímetros de longitud. La polinización es realizada por diversos agentes, incluyendo abejas, mariposas y colibríes, atraídos por el néctar abundante, aunque puede ser tóxico para algunas especies de abejas. El fruto es una cápsula seca, dehiscente, de aproximadamente 1,5 centímetros de longitud, que al madurar adquiere una coloración marrón. Cada cápsula contiene semillas aplanadas, provistas de alas finas que facilitan la dispersión por el viento.

El jazmín de Carolina posee un historial de uso ornamental que se remonta al siglo XIX, cuando comenzó a ser ampliamente cultivado en los jardines del sur de los Estados Unidos por su floración exuberante y fragancia marcante. A pesar de su belleza, toda la planta es altamente tóxica, conteniendo alcaloides como la gelsemina, que afectan el sistema nervioso central. Históricamente, extractos de la planta fueron utilizados en la fitoterapia con propósitos sedativos y analgésicos, especialmente en los siglos XVIII y XIX, aunque actualmente su uso medicinal está contraindicado debido a su toxicidad.

Es interesante notar que la especie es el símbolo floral oficial del estado de Carolina del Sur, un reconocimiento a su importancia cultural y paisajística en la región. Su nombre común ‘Jazmín de Carolina’ también refleja esta asociación regional. Además, la planta posee un mecanismo de defensa químico sofisticado que la hace resistente al ataque de herbívoros, siendo evitada por ciervos y otros animales, lo que contribuye a su éxito ecológico en hábitats naturales y cultivados.

En el paisajismo, el Jazmín de Carolina es ampliamente valorizado por su floración precoz y vigorosa, que colorea jardines aún al final del invierno, anunciando la primavera con abundantes racimos de flores amarillas perfumadas. Su hábito de crecimiento trepador y la facilidad con que se adapta a diversas estructuras de soporte lo convierten en una excelente opción para cubrir pérgolas, cercas, rejas, celosías, arcos, muros y columnas. También es posible cultivarlo como planta de cobertura de suelo, en lugares donde pueda expandirse horizontalmente. Puede también ser utilizada como cubierta densa en pendientes y taludes, ofreciendo cobertura vegetal visualmente atractiva y funcional. Por ser una especie de crecimiento rápido, se recomienda prestar atención a su manejo, especialmente en espacios reducidos, para evitar que asfixie a plantas vecinas o estructuras frágiles.

Las combinaciones paisajísticas más interesantes incluyen su uso junto a especies con follajes contrastantes, como Podocarpo (Podocarpus macrophyllus), Nandina (Nandina domestica) y Amamelis (Loropetalum chinense), así como de arbustos floríferos de ciclo opuesto, como la Camelia (Camellia japonica) o la Azalea (Rhododendron simsii), cuya floración complementa la estética estacional del jardín. Sus flores doradas también contrastan bien con flores púrpuras o azuladas.

En jardines tropicales, el Jazmín de Carolina aporta rusticidad y exuberancia, especialmente cuando se cultiva con otras enredaderas como Bignonia (Bignonia capreolata) y Madreselva coral (Lonicera sempervirens). En jardines de estilo campestre o romántico, se distingue por su perfume dulce y por la delicadeza de sus flores. Cuando se cultiva con guía adecuada, forma cortinas florales que se destacan en jardines tropicales, subtropicales y de estilo clásico, especialmente aquellos inspirados en composiciones del sur estadounidense o mediterráneas.

El Jazmín de Carolina prefiere el sol pleno, aunque tolera sombra parcial sin perjuicio significativo al su crecimiento. Sin embargo, es importante notar que las plantas cultivadas bajo el sol tendrán floraciones más abundantes que aquellas cultivadas en media sombra. Adaptable a diferentes condiciones climáticas, muestra mejor desempeño en regiones de clima subtropical a tropical húmedo, con buena resistencia al calor y a la humedad.

Soporta temperaturas mínimas moderadamente bajas, siendo tolerante a heladas ligeras, siempre que no sean prolongadas. La gama ideal de temperatura para su pleno desarrollo se sitúa entre 15 °C y 28 °C, aunque individuos establecidos resistan a temperaturas más elevadas o ligeramente por debajo de cero durante cortos períodos.

Respecto al suelo, el Jazmín de Carolina no es exigente, creciendo satisfactoriamente en suelos medianamente fértiles, siempre que estén bien drenados. Se desarrolla tanto en substratos arenosos como arcillosos, siempre que la retención de agua no sea excesiva. Suelos ligeramente ácidos a neutros (pH entre 5,5 y 7,0) favorecen su crecimiento. El Jazmín de Carolina es tolerante a la salinidad leve, lo que permite su uso en regiones costeras. En cultivo, los sustratos ricos en materia orgánica proporcionan una floración más abundante y un vigor vegetativo más expresivo.

Para la plantación, se recomienda abrir fosas de dimensiones mínimas de 40 x 40 x 40 cm, enriquecidas con compost orgánico bien maduro o humus de lombriz. El espaciamiento entre plantas debe respetar un mínimo de 1 metro, especialmente cuando se utilizan como cercas vivas o para cubrir pérgolas. La irrigación debe ser frecuente durante el período de establecimiento, reduciéndose gradualmente conforme la planta alcanza la madurez. En regiones de lluvias regulares, la especie puede mantenerse con poca o ninguna irrigación suplementaria.

La fertilización anual, preferentemente al inicio de la primavera, con fertilizantes equilibrados del tipo NPK 10-10-10 o fórmulas específicas para plantas floríferas, estimula una floración prolongada. En suelos pobres, se recomienda la complementación con micronutrientes y compuestos orgánicos. El tutoreo es esencial durante los primeros meses de crecimiento, especialmente si hay interés en conducir la planta verticalmente. Estructuras como espalderas, alambres o cercas deben utilizarse para soportar el desarrollo de los ramos volubles.

La poda debe realizarse justo después de la floración, eliminando ramos secos, malformados o excesivamente largos. Este manejo estimula la ramificación lateral y un hábito de crecimiento más compacto y ornamental. El mantenimiento general del Jazmín de Carolina se considera bajo, requiriendo solo fertilizaciones regulares, podas anuales y control de malas hierbas alrededor de las raíces.

El jazmín de Carolina puede ser cultivado con éxito en macetas, siempre que el recipiente sea suficientemente grande, con una capacidad mínima de 40 litros y buena profundidad para acomodar su sistema radicular. Es fundamental asegurar una excelente drenaje, utilizando macetas con agujeros en la base y un sustrato ligero, bien aireado y rico en materia orgánica. Una mezcla equilibrada de tierra vegetal, compost orgánico y arena gruesa o perlita favorece el crecimiento saludable.

Dado que es una trepadora vigorosa, es necesario instalar soportes en el propio macetero, como estacas o espalderas, para conducir sus ramas. La fertilización debe ser regular durante el período de crecimiento activo, con fertilizantes equilibrados aplicados cada dos meses. Con estos cuidados, el Jazmín de Carolina en macetas, es una excelente opción ornamental para ambientes urbanos, balcones soleados y patios, donde ofrece abundancia de flores y un aroma agradable incluso en espacios reducidos.

El Jazmín de Carolina es notablemente tolerante a diversas inclemencias del tiempo. Soporta vientos moderados y exposición directa al sol sin mostrar signos de estrés hídrico significativo. Es razonablemente resistente a la sequía, especialmente después de un completo enraizamiento. También presenta buena resiliencia al frío y a la salinidad marina, pudiendo ser cultivado en jardines costeros con exposición al salino del aire. Por otro lado, no se recomienda su cultivo en regiones de invierno riguroso y prolongado, sin protección.

La especie es relativamente libre de plagas y enfermedades en condiciones adecuadas de cultivo. Sin embargo, puede ser ocasionalmente atacada por pulgones, cochinillas y ácaros, especialmente en ambientes secos o bajo estrés hídrico. El uso preventivo de caldos naturales o insecticidas sistémicos ligeros puede ser suficiente para el control de estas incidencias. Los hongos del suelo o las manchas foliares por Cercospora pueden aparecer en sustratos excesivamente saturados, siendo indicativo de problemas en la drenaje.

La propagación del Jazmín de Carolina ocurre principalmente por esquejes de ramas semi-leñosas, realizada preferentemente en la primavera o el verano. Los esquejes, de alrededor de 15 centímetros de longitud, deben contener al menos dos nudos y pueden ser tratados con hormonas de enraizamiento para acelerar el proceso. El enraizamiento ocurre entre 4 a 6 semanas bajo condiciones ideales de humedad y temperatura.

También puede ser propagado por semillas, aunque este método es menos común en cultivos comerciales debido a la germinación más lenta y la variabilidad genética. El tiempo medio hasta la primera floración, a partir de un esqueje exitoso, es de 12 a 18 meses, dependiendo de las condiciones ambientales y del manejo cultural adoptado.

Acerca de Raquel Patro

Raquel Patro es paisajista y fundadora de Planterista.com. Desde 2006 desarrolla contenidos especializados en plantas y jardines, ya que cree que todo el mundo, ya sean aficionados o profesionales, debería tener acceso a contenidos de calidad. Como geek, le gustan los libros, la ciencia ficción y la tecnología.